España asistió durante el siglo XX, como el resto de los países occidentales, al desarrollo de la previsión social, aunque con sus peculiaridades, propias de su devenir histórico. Los estudiosos de la Seguridad Social estiman que habría dos etapas en el proceso de su creación. La primera fase es conocida por la de los seguros sociales que, en Europa, duraría hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, aproximadamente. En España esta etapa llegaría hasta el año 1963 con la aprobación de la Ley de Bases para la Seguridad Social, es decir, con casi veinte años de retraso, en relación con la mayoría de los países occidentales. Esta primera etapa se caracterizaría por la creación, por parte del Estado, de una serie de seguros sociales dedicados a afrontar los riesgos de carácter biológico, como serían los de la edad, enfermedad y muerte, así como los provocados por el ejercicio laboral: la invalidez, los accidentes laborales y el paro. Todos estos riesgos amenazarían al trabajador con la pérdida de su trabajo y, por lo tanto, del salario. Los seguros sociales serían independientes, ya que, cada uno atendería un riesgo específico, con formas autónomas de administrar las prestaciones.
La segunda fase sería la de la integración todos los seguros en una misma legislación y con una administración común, es decir, se tratarían todos los riesgos desde un planteamiento global. conociéndose desde entonces como la Seguridad Social. Mientras que los alemanes están considerados los pioneros en la legislación de seguros de previsión social, los británicos serían, especialmente, con los gobiernos laboristas de posguerra, los que establecerían el modelo más acabado de Seguridad Social, dentro de los presupuestos del Estado del Bienestar.
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