A Franco se le han conocido varios apelativos dentro del calculado programa de culto al líder que recibió a lo largo de toda su existencia como dictador. Uno de los más conocidos es, sin lugar a dudas, "centinela de Occidente". Procede de un libro del adulador, hasta el empalago, Luis de Galinsoga, ya estudiado en este hilo por sus acciones como director de "La Vanguardia Española" y como destacado anticatalanista (se refiere a un debate que se planteó en el foro digital de este diario sobre la trístemente frase de dicho periodista en el que insultaba a los catalanes), aunque, al parecer, también el primo de Franco, el militar Francisco Franco Salgado-Araujo tiene alguna responsabilidad en este apelativo. Realmente, el último origen estaría en el propio dictador, cuando en un discurso dado en marzo de 1946, en el Museo del Ejército, dijo que era "el centinela que nunca se releva, el que recibe los telegramas ingratos y dicta las soluciones, el que vigila mientras los otros duermen". En el final del franquismo esta idea se retomó en el discurso de Arias Navarro de febrero de 1975 en las Cortes, cuando habló de la luz permanentemente encendida en el despacho del Caudillo, como ejemplo de su trabajo incesante en favor de España.
Más interesante que el discurso de Arias, todo un elogio desmedido, aunque propio de las dictaduras, es el propio de Franco en el año 1946. Por un lado, tiene un marcado carácter militar, como si gobernar un estado fuera lo mismo que un cuartel y, por otro lado, y más importante, demuestra el altísimo concepto que de sí mismo tenía.
La adulacion y el culto a la personalidad es lo propia de todas las tiranias,independientemente de su color politico.
ResponderEliminarEl culto a la personalidad es una constante de los sistemas totalitarios y de las dictaduras. En este blog encontrará ejemplos de todo signo.
ResponderEliminar