Desde pequeños los españoles deben acostumbrarse a obedecer, sabia máxima para mantener una dictadura. Así podemos leer en H.S.R., Así quiero ser, el niño del Nuevo Estado, año 1944:
"Los españoles tenemos la obligación de acostumbrarnos a la santa obediencia. Nada de murmuraciones, de reservas, de discusiones. ¿Nos manda quien sabe y quien puede? ¡A cumplir fielmente lo mandado! Esta debe ser nuestra consigna. ¿Y quien juzga al que tiene el máximo poder? Dios y la Historia. A Uno y otra dará cuenta. Lo demás no es de nuestra incumbencia"
Fijémonos en varios aspectos:
1. El español debe acostumbrarse a obedecer. El franquismo estableció la idea, que se resiste a desaparecer hoy en día, que los españoles eran levantiscos, desorganizados y tendentes a luchar entre sí. De ahí la consigna de que había que obedecer a quien sabía y podía hacerlo.
2. En el país habría un máximo poder al que obececer, en última instancia. Ese poder no debía dar cuenta a los ciudadanos o a ninguna institución humana sino a Dios y a la Historia. Nadie podía exigir responsabilidades al jefe supremo, es decir, a Franco. Los españoles debían aprender esto desde la más tierna infancia.
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