Una de las corrientes en favor de los obreros en la Inglaterra de la Revolución Industrial es la de los radicales. En la década de los años setenta del siglo XVIII surge en el seno de las clases populares londinenses y en distintas ciudades industriales y con apoyo de intelectuales, una corriente que piden reformas políticas, especialmente el derecho al sufragio universal. Como se comprueba este movimiento es previo en medio siglo al del cartismo e influyó en el mismo.
Entre los intelectuales radicales destacará, sin lugar a dudas, Thomas Spencer. Algunos le consideran un socialista utópico. Era maestro de escuela y preceptor. En el año 1775 presentó un texto muy polémico en la Sociedad Filosófica de Newcastle, con el título, Los verdaderos derechos del hombre, que le valió la expulsión de dicha institución. Además, escribió, El sol meridiano de la libertad, del año 1801, y Restauración de la sociedad en un estado natural, del mismo año. Spencer vendía estos textos en las calles, y los exponía en cuadros y carteles para el pueblo. Este tipo de actividad en las calles era muy propia de los radicales del momento.
Spencer defendía la destrucción de toda autoridad personal y hereditaria, y la propiedad privada de la tierra que era inherente a dicha autoridad. Pretendía una reforma agraria radical, colectivizando la tierra, puesta en manos de los municipios. Estos municipios deberían arrendar la tierra a los campesinos. Parte de la renta que se sacaría debería ser redistribuida entre todos.
Dicho autor fue un claro defensor de la igualdad entre hombres y mujeres. El sufragio debería ser, claramente, universal, y no debería existir la concepción de ilegitimidad para los niños nacidos fuera del matrimonio.
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