miércoles, 30 de diciembre de 2009

FAI. Segunda Parte

Los primeros intentos de llevar a cabo insurrecciones, como en el Alto Llobregat, Valencia, La Rioja, etc. fueron reprimidos con cierta facilidad. A medida que avanza la década de los treinta la FAI se debilita debido a la apelación a la revolución permanente. Las derechas ascienden al poder en 1933, y la FAi se incorpora a la CNT, imponiéndose sus líderes a los moderados como Peiró, Pestaña y Mira. La tensión de la movilización constante se hace inviable menos en Asturias donde toman parte en la Revolución de 1934. Los críticos como Abad de Santillán señalan que la crisis del movimiento se debe al empleo de métodos anarcobolcheviques. Esta situación lleva a un verdadero giro, ya que animan a la participación en las elecciones de febrero de 1936, contribuyendo, sin lugar a dudas, al triunfo del Frente Popular.

En mayo de 1936 se establece la unidad de acción entre la FAI y la CNT; sus siglas se unen. En esos momentos participarán en la violencia callejera contra los falangistas.

Al estallar la guerra la afiliación a la FAI-CNT crece espectacularmente. En Cataluña, Valencia y Aragón su poder y protagonismo son evidentes. La sede se establece en Barcelona, y Durruti dirige el ejército de Aragón. Este ejército es disuelto en septiembre para integrarlo en el Ejército regular dominado por los comunistas. Esto provoca tensiones internas entre los partidarios de dar prioridad a ganar la guerra, como defenderán Federica Montseny y García Oliver, y los que siguen pensando que era prioritaria la revolución social. Los primeros dieron el paso histórico de participar en la política al ingresar en el gobierno de Largo Caballero de noviembre. Se les asignaron las carteras de Sanidad y Justicia.

Durruti muere el 20 de noviembre en Madrid, y la división interna se recrudece, y la tensión con los comunistas aún más, especialmente en Cataluña. Después estallarían los sucesos de mayo de 1938 en Barcelona.

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