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lunes, 27 de agosto de 2012

Breve repaso al socialismo. Segunda parte


El marxismo

a)Introducción

Friedrich Engels (1820-1895) era hijo de un rico fabricante de tejidos y un gran conocedor de la realidad industrial y económica del momento. Karl Marx (1818-1883), por su parte, tuvo una amplia formación académica y filosófica y se había formado con los jóvenes hegelianos, la corriente a la izquierda de los discípulos del filósofo Hegel. La colaboración entre ambos supuso la elaboración de una nueva teoría socialista que, con el tiempo, se denominaría marxismo, con una gran influencia en la política y en la historia.

Marx y Engels consideraron que sus doctrinas socialistas eran teorías científicas frente a las de los socialistas utópicos porque éstos sustituían la realidad social por creaciones fantásticas al margen de dicha realidad. Por eso, sus ideas son conocidas como socialismo científico, al partir del análisis de la realidad económica y la descripción del enfrentamiento entre las clases.

A mediados de los años cuarenta, Marx llegó a la conclusión de que el liberalismo no podía resolver las contradicciones que veía en el capitalismo. En 1845 escribe las Tesis sobre Feverbach donde hace una profunda crítica a los filósofos, ya que considera que hasta el momento solamente habían analizado e interpretado de diversas maneras el mundo, pero no de transformarlo, que era de lo que se trataba. En 1847 escribe Miseria de la Filosofía, donde rechaza el socialismo que no fuera científico.

Con Engels, escribe en 1848 el Manifiesto Comunista, una obra fundamental en la historia del socialismo y donde se formulan las ideas claves del marxismo. Esta obra fue un encargo de la Liga de los Comunistas. El lema de su portada decía “¡Proletarios del mundo, uníos!”, un llamamiento a la organización y la lucha política de los obreros para la defensa común de sus intereses y para conquistar el poder. El texto parte de la idea de que la historia de la sociedad era la historia de la lucha de clases. En el Manifiesto se denuncia la sociedad burguesa y se plantea que el futuro pasaría por la emancipación del proletariado, la desaparición de la burguesía y la construcción de la sociedad sin clases. Las ideas expresadas en el Manifiesto se desarrollarán de forma más profunda en otra obra clave, El Capital.

b)Materialismo histórico

La principal tesis del marxismo afirma que existe una relación dialéctica, o de tensión entre la base económica (infraestructura) y la ideología y la política (superestructura). La economía es el fundamento de la historia. Cada sociedad se montaría sobre las relaciones de producción. Un cambio en la economía provocaría la aparición de otra superestructura, es decir un cambio de ideas, de mentalidades, de estado, etc.. Además, la relación sería mutua, es decir, que, a su vez, la superestructura actuaría sobre la infraestructura o economía, pero el papel predominante y clave sería el de ésta.


c)Lucha de clases

Para el marxismo los hombres no actúan aislados sino en grupos sociales que condicionan a los individuos. Como la sociedad está organizada en relaciones de producción, la función del individuo viene definida por la división del trabajo. Así pues, los que se encuentran en las mismas condiciones forman una clase. Las clases son grupos sociales que ocupan un lugar determinado en el proceso de producción. Unos son propietarios y otros no. Las clases surgen cuando lo hace la propiedad privada y la historia es, por tanto, la lucha entre propietarios y no propietarios, entre opresores y oprimidos. La conciencia de clase se convierte en uno de los puntos más importantes en la lucha para destruir el capitalismo. Los obreros deben ser conscientes de la clase a la que pertenecen.

En relación con la explotación que sufren los obreros estaría el concepto de valor que formula Marx. El valor de un producto no sería el del mercado sino el del trabajo. El capitalista paga un salario al trabajador pero el obrero produce, trabajando, un valor superior al de la retribución que recibe. Ese valor superior que produce y no cobra, se acumula y genera beneficios al capitalista, se denomina plusvalía. La plusvalía es, por lo tanto, un trabajo sin pagar, con el que se forman los capitales.


d)La dictadura del proletariado

Esta tesis no fue exhaustivamente planteada por Marx y sí, posteriormente, por Lenin. Es, además, una de las más discutidas y revisadas. Marx hablaba de una dictadura transitoria. Una vez que el proletariado conquistara el poder emplearía los mecanismos del Estado para destruir el capitalismo. Progresivamente, el Estado debía ir reduciéndose hasta desaparecer.


e)Sociedad sin clases

La última fase en la transformación de la sociedad se definiría por la supresión de las clases. Los medios de producción estarían colectivizados y, por tanto, la relación con los medios sería la misma para todos los individuos. Así pues, ya no habría clases ni tensiones, ni explotación, ni Estado.


La difusión del marxismo

Marx y Engels participaron activamente en la actividad del movimiento obrero. El marxismo se difundió entre los obreros que buscaban la creación de un partido político propio, independiente de los partidos burgueses. De ese modo se irán creando partidos políticos socialistas en el último tercio del siglo XIX. Unos se inclinarán por la lucha pacífica y progresiva para conquistar el poder dentro del juego democrático (elecciones y participación en los parlamentos y en los gobiernos) mientras intentan conseguir reformas a favor de la clase obrera. Pero, también habrá otros partidos que optarán por la toma revolucionaria del poder que, con el tiempo, serán conocidos como partidos comunistas.

jueves, 5 de julio de 2012

Las revoluciones liberales: 1820, 1830 y 1848


Introducción

El Congreso de Viena y la época de la Restauración intentaron acabar con las transformaciones de la Revolución francesa y del Imperio napoleónico, pero, la realidad económica, social y política estaba impregnada del ideario liberal y del naciente nacionalismo de los pueblos oprimidos, además de que se extendía con fuerza una corriente cultural nueva, el romanticismo. Así pues, liberalismo, nacionalismo y romanticismo serían los grandes enemigos del orden impuesto en 1815.


Las oleadas revolucionarias entre 1820 y 1848

Entre 1815 y 1848 se produjeron tres grandes oleadas revolucionarias en Europa. La primera de ellas se dio entre 1820 y 1824, con protagonismo en el Mediterráneo. Entre 1830 y 1834 de produjo otro ciclo revolucionario, destacando la revolución en Francia de 1830 y la de que desencadenó la independencia de Grecia. Por fin, llegarían las revoluciones de 1847-1848, que tuvieron un mayor componente social y nacionalista que las anteriores.

Las tres oleadas revolucionarias estuvieron inspiradas en los principios de la Revolución francesa, considerada como modelo. Estas revoluciones se oponían al sistema de la Restauración y a las monarquías absolutas.

Las revoluciones de 1820

Estas revoluciones se centraron en el área mediterránea europea: España, Nápoles y Grecia. En los dos primeros países se impusieron monarquías constitucionales (Trienio Liberal español) pero fracasaron, en gran medida, por la intervención de las monarquías absolutas.

El caso de Grecia es particular. Los griegos se sublevan contra el Imperio turco apoyados por Gran Bretaña. Se produce una larga guerra civil de diez años y, por fin, en 1829, Grecia obtiene la independencia. Esta guerra tuvo un amplio eco en toda Europa y concitó el apoyo de muchos románticos e intelectuales, destacando Lord Byron que allí perdió la vida.

En estas revoluciones tuvieron mucha importancia las sociedades secretas, conectadas internacionalmente y entre los oficiales del ejército, dedicadas a conspirar y organizar revoluciones. Una de las sociedades más activas sería la de los carbonarios, sociedad secreta italiana partidaria de la unificación nacional que luchó contra diversos gobiernos de los estados italianos. Las revoluciones de 1820 no fueron movimientos de masas, a excepción del caso griego.

Las revoluciones de 1830

Las revoluciones en torno a 1830 fueron más profundas y de extensión, mayores que las anteriores. Afectaron a casi toda Europa.

En Francia los Borbones son derrocados en la revolución de julio de 1830 y sube al trono Luis Felipe de Orleáns, iniciándose un sistema político liberal de monarquía constitucional. Bélgica se independiza de Holanda, estableciendo una monarquía liberal y es reconocida por Francia y Gran Bretaña. En España y Portugal, a principios de esa década, se instauran monarquías constitucionales pero se inicia un largo e intenso período de guerras civiles con los absolutistas (las guerras carlistas españolas).

En Europa central y oriental las revoluciones no tienen tanto éxito. Las revoluciones que estallan en diversos estados italianos son duramente aplastadas por los austriacos. En algunos estados alemanes se aprueban constituciones pero muy pronto son derogadas por la presión de Metternich. En Polonia se proclama la independencia pero la rebelión es aplastada por los rusos.

A diferencia de las revoluciones de 1820, en las de 1830 tuvo gran influencia el fuerte descontento social y económico de las clases populares. El protagonismo en las revoluciones ya no fue de las sociedades secretas y de los conspiradores sino fruto de verdaderos movimientos de masas. Más allá de las peticiones de los liberales más moderados, surgió un movimiento democrático y republicano más radical, demostrando la división que estaba surgiendo en el seno del liberalismo. Ese movimiento no tardaría en enfrentarse, por ejemplo, a la nueva monarquía constitucional francesa, basada en los principios del liberalismo moderado: sufragio censitario y control del sistema por la alta burguesía.

Las revoluciones de 1848: “la primavera de los pueblos”

Fue la última de las tres grandes oleadas revolucionarias del siglo XIX. Compartía con las anteriores su inspiración en los principios de la Revolución francesa, pero fue más importante en extensión y dimensiones, más radical, con mayor base social, con fuertes componentes nacionalistas en algunos lugares.

Las revoluciones en torno a 1848 tuvieron un gran éxito inicial y simultáneo en Francia, gran parte de Italia, Suiza, los estados alemanes, el Imperio austriaco y Prusia. Nunca ninguna revolución estuvo más cerca de ser considerada una “revolución mundial”. Pero, también, su fracaso fue muy rápido en gran parte de los lugares.

Las revoluciones de 1848 pueden ser calificadas de democráticas y tuvieron, como hemos señalado, un fuerte contenido social. En los años anteriores a 1848, Europa sufrió una fuerte crisis agraria e industrial, que generó hambre y descontento entre los trabajadores. En el 48, las grandes ciudades europeas como París, Berlín, Viena, Praga, Milán, Roma o Budapest se llenaron de barricadas levantadas por trabajadores urbanos pobres, los grandes protagonistas de las revoluciones, que reclamaban derechos y libertades radicales: sufragio universal masculino, repúblicas democráticas y sociales, asistencia a los más necesitados y desempleados, derecho al trabajo y a la libre sindicación. Estas reivindicaciones atemorizaron a los liberales moderados que, muy pronto, abandonaron las revoluciones, y contribuyeron a la represión pactando con los sectores más conservadores de la sociedad. Por otro lado, las revoluciones de 1848 fueron más urbanas que rurales; los campesinos se mantuvieron indiferentes y hasta hostiles.

La revolución de febrero de 1848 en Francia

La revolución que mejor ejemplifica la oleada de 1848 fue, sin lugar a dudas, la francesa. París fue el gran escenario revolucionario, lleno de barricadas y clave para el derrocamiento de Luis Felipe de Orleáns. Se proclamó la Segunda República y se formó un gobierno provisional, en el que estuvo presente un socialista, Luis Blanc. El gobierno tuvo como uno de sus principales objetivos el de dar trabajo y un subsidio a los parados a través del sistema de los “talleres nacionales”. Además, fijó la jornada laboral máxima en 10 horas. Pero los electores dieron la espalda a la izquierda en las elecciones de abril gracias a los votos del campo francés que fueron hacia los candidatos moderados, temerosos de lo que consideraban extremismo de la capital. Nació una república conservadora que abolió todas las medidas sociales anteriores y aplastó la rebelión de los obreros parisinos en junio. En diciembre de 1848 fue elegido como presidente Luis Napoleón Bonaparte, sobrino del emperador, que a los tres años liquidaría la república y establecería el Segundo Imperio.

El componente nacionalista de las revoluciones de 1848

La importancia del nacionalismo en las revoluciones de 1848 fue mucho mayor que en las anteriores oleadas revolucionarias:

-En el Imperio austriaco, además de provocar la caída de Metternich y aprobarse medidas liberales, como el fin de la servidumbre en todo el imperio, los húngaros lograron un parlamento y una constitución propios; y los checos obtuvieron algunas concesiones tras la sublevación de Praga.

-En Italia, se rebelaron Milán y Venecia contra los austriacos y pidieron ayuda al reino del Piamonte, cuyo rey deseaba engrandecer su estado. En Roma, el nacionalista y demócrata Mazzini con sus partidarios derrocaron al Papa e impusieron la república en 1849.

-En la Confederación Germánica, los liberales de varios estados se reunieron y convocaron un parlamento alemán en Francfort, elegido por sufragio universal. En esta asamblea se dedicaron a redactar una constitución nacional.

Pero, a partir del verano de 1848 comenzó la represión y contención de los movimientos revolucionarios. El gobierno austriaco anuló muchas concesiones liberales menos la relativa al final de la servidumbre, y su ejército reprimió duramente los movimientos revolucionarios en Viena, Praga, Budapest, Milán y Venecia. Por su parte, el Parlamento de Francfort se disolvió. En Hungria, el ejército austriaco encontró mayor resistencia y necesitó el apoyo ruso. En Italia tuvo que enfrentarse al ejército piamontés. Roma regresó a su sistema político anterior gracias al apoyo del gobierno francés, que quería intervenir en Italia para contrarrestar la influencia austriaca en la península.

Consecuencias de las revoluciones de 1848

A pesar del fracaso, hay una serie de consecuencias destacables de las revoluciones de 1848:

a)Abandono del sistema internacional de 1815 y sucesión de conflictos entre las potencias europeas hasta 1878.

b)Aparición de un nacionalismo insatisfecho y, con el tiempo, muy potente, en Alemania, Italia, Hungría y Bohemia.

c)Triunfo de los liberales moderados en muchos estados, pactando con algunas fuerzas del Antiguo Régimen. La burguesía pacta y se hace conservadora.

d)Los obreros urbanos, conscientes de su derrota, falta de preparación y de apoyos, comenzaron a organizarse políticamente de forma autónoma y a tomar conciencia de su situación.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Marxismo. Sexta Parte. La sociedad sin clases

La última fase del proceso de transformación de la sociedad sería la supresión de las clases. Después de la colectivización de los medios de producción la relación entre los individuos sería la misma, ya no tendría sentido la existencia de las clases. Las tensiones y conflictos desaparecerían. Habría una triple reconciliación: la de la ciudad con el campo, la del hombre con su trabajo, y la de los trabajos de tipo intelectual con los manuales.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Marxismo. Tercera Parte. La lucha de clases

Para Marx en la Historia el hombre no actúa aislado sino en grupos sociales, en clases que condicionan a los individuos. Al estar organizada la sociedad en relaciones de producción, la función del individuo esta condicionada por la división del trabajo. Los que tienen o se encuentran en las mismas condiciones forman una clase. Cada clase ocupa un lugar en el proceso de la producción, sus miembros están unidos por una misma relación con los medios de producción. Así pues, unos son propietarios de los medios de producción, y otros no, o solamente del trabajo. La historia sería, como hemos visto en el texto citado del Manifiesto Comunista, la lucha de las clases, una lucha entre opresores y oprimidos, y esa lucha es la palanca de la revolución que transforma la sociedad.
En el capitalismo, la explotación de la burguesía, la clase propietaria, es inherente al sistema. Se basa en la plusvalía. Los obreros venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario pero el beneficio que se saca del proceso de producción es superior al salario, y es la plusvalía, que queda en manos del capitalista o propietario. Una parte de la plusvalía se reinvierte en mejorar los medios de producción, y el resto queda en manos del capitalista.
Pero la voluntad de incrementar el beneficio supone una constante innovación tecnológica para aumentar la producción y abaratar costes. El aumento de la producción genera un tipo de crisis nueva en relación con el tipo de crisis de la época preindustrial. Mientras que antes del capitalismo industrial las crisis eran de subproducción, generando alzas de precios, hambre y crisis de subsistencias, en el capitalismo las crisis serían de sobreproducción.
Engels hablaría de tres tipos de lucha de clases. La primera sería de tipo económico, y estaría asociada a la lucha sindical por mejorar los salarios, las condicones laborales y de vida de los trabajadores. La segunda sería la política, es decir, la lucha en las calles o en los parlamentos participando en la vida política. Y, por fin, estaría la lucha ideológica, asociada a la toma de conciencia de clase de los trabajadores o proletarios.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Fragmentos del Manifiesto Comunista

Continuamos estudiando el marxismo y en este artículo insertamos algunos fragmentos del Manifiesto Comunista:

"La historia de todas las sociedades hasta nuestros día es la historia de la lucha de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra, opresores y oprimidos, se enfrentaron siempre,; mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta (...)
La moderna sociedad burguesa que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.
Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes bandos hostiles, en dos grandes clases que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado".
Nos interesa este texto para ilustrar la cuestión de la lucha de clases que abordaremos en un próximo artículo.
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Este texto ha sido consultado en el libro de Historia del Mundo Contemporáneo de Primero de Bachillerato de la Ed. Vicens Vives, de J. Aróstegui Sánchez, et alli, pág. 70.