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jueves, 12 de enero de 2012

El anticlericalismo en América Latina

En este blog dedicamos una serie de artículos al estudio de la historia del anticlericalismo en España. Pues bien, ahora completamos el acercamiento a este fenómeno histórico con un artículo sobre cómo se planteó el anticlericalismo en la América Latina.

El poder e influencia de la Iglesia Católica en la historia americana desde el comienzo de la conquista y colonización hispana y portuguesa es un hecho histórico evidente. Las dos Coronas ibéricas estaban estrechamente ligadas a la Iglesia. A partir de los procesos de independencia, en las primeras décadas del siglo XIX, la Iglesia vivió una cierta división entre partidarios y contrarios a este proceso. Las nuevas repúblicas buscaron el apoyo eclesiástico para difundir el nuevo estado de cosas y, también, para intentar evitar la revolución social, pero una parte de la Iglesia se mantuvo al margen o militó contra las nuevas ideas por la estrecha conexión de las mismas con el liberalismo, en la misma línea estaba haciendo la mayor parte de la Iglesia Católica en los procesos de revoluciones liberal-burguesas europeas. Esta situación generó en los sectores más radicales o avanzados del liberalismo latinoamericano una reacción anticlerical. La Iglesia era vista como un nuevo enemigo. Durante el siglo XIX se planteó cuál habría de ser la relación entre el Estado y la Iglesia, generando un amplio movimiento de oposición a la intervención de ésta en los asuntos públicos, defendiéndose la separación y hasta el control por parte de aquél de la institución eclesiástica.

El anticlericalismo latinoamericano y la postura firme de la Iglesia y de los sectores católicos generaron una creciente tensión en muchos estados, provocando enfrentamientos violentos y hasta guerras civiles. El establecimiento de concordatos con la Santa Sede fue contemplado, en algunos estados, como una solución para alcanzar la estabilidad, reconociendo a la Iglesia como entidad separada del Estado. En otros casos, en cambio, la Iglesia consiguió un gran poder e influencia, al reconocerse el catolicismo como religión fundamental o única, además de privilegios de todo tipo.

El anticlericalismo llegó al siglo XX renovado, especialmente, cuando la Iglesia tendió a plantear posturas muy conservadoras y contrarias a las reformas sociales. Esto provocó nuevos enfrentamientos violentos, especialmente, importantes en Colombia y México con la guerra de los cristeros, y que hemos estudiado en este blog. Pero, también es cierto que, en la segunda mitad del siglo XX, la toma de conciencia ante la miseria y de las injusticias terminó por alinear una parte importante de la Iglesia latinoamericana con los desfavorecidos, desarrollando una intensa actividad en su favor, en la que la teología de la liberación jugó un importante papel. El anticlericalismo se fue diluyendo.

jueves, 5 de agosto de 2010

Anticlericalismo. Cuarta Parte

Con la llegada de la Restauración la Iglesia obtendrá una serie de privilegios en pago a su apoyo al sistema político. De ese modo la institución obtendrá un papel preponderante en lo económico y en lo social hasta la llegada de la II República. En 1919 consigue que España se adscriba al culto al Corazón de Jesús. Entre la prensa y sectores de opinión más progresista y republicana va tomando fuerza el anticlericalismo. Entre 1898 y 1910 la cuestión religiosa adquiere una gran preponderancia en el debate y confrontación política. En 1909 se produce la Semana Trágica en Barcelona con quema de numerosos conventos e iglesias. La Iglesia se convierte en el blanco de la tensión acumulada: paro obrero en el sector textil y envío de las reservistas a Marruecos. Un amplio sector revolucionario interpreta la situación desde una perspectiva anticlerical. Al llegar Canalejas al poder se produce un nuevo enfrentamiento entre las posturas anticlericales y la Iglesia, ya que se dicta la Ley del Candado, que limita la instalación de órdenes religiosas. En esta tensión habrá hasta quien interprete el asesinato de Canalejas en 1912 como obra de los jesuitas. En esta época el anticlericalismo tendrá a Alejandro Lerroux, Luis Morote y a Nakens, y, anteriormente, Ruiz Zorrilla, a sus máximos exponentes.
La Dictadura de Primo de Rivera supondrá un paréntesis de la actividad anticlerical aunque algunas críticas a la Iglesia se deslizan en la prensa, como en el caso de los artículos de Luis Tapia.