¿Qué se entiende por derecha?, ¿es una única ideología o abarca, en la historia contemporánea, varias manifestaciones?, ¿es un término peyorativo?, ¿todos los que, en teoría, pudieran estar en su órbita se reconocen en este término? Vamos a hacer algunas consideraciones.
Por derecha se puede entender el conjunto de posturas, ideas, y actitudes políticas que tienen que ver con la preferencia en el sentido del deber, la defensa de la tradición y el mantenimiento de las jerarquías. Esta última idea puede traducirse, tanto por una defensa de los privilegios heredados, especialmente en un contexto histórico pasado y no tanto de hoy en día, como de reconocimiento de méritos personales, en una concepción más moderna.
El concepto de derecha nace en la Revolución Francesa y por algo, aparentemente muy anecdótico. En los Estados Generales, la nobleza se sentaba a la derecha y ésta era partidaria de mantener las estructuras del Antiguo Régimen. Cuando triunfa la Revolución Liberal y se consolida, la derecha pasa a indentificarse con la burguesía triunfante y defensora del nuevo orden ahora cuestionado desde abajo por las crecientes corrientes democráticas y por el movimiento obrero.
La derecha abarca varias manifestaciones en la historia contemporánea en un abanico muy grande: desde posturas populistas hasta el propio fascismo, hasta partidos o movimientos autoritarios y el propio liberalismo que aceptaría la democracia siempre y cuando la propiedad y el mercado estén garantizados. Es, pues, un concepto o término amplio y depende del contexto histórico en el que estemos. Pensemos en la propia historia de España en el siglo XX. El concepto de derechas puede ser aplicado al maurismo, a las ideas de la dictadura de Primo, a la CEDA y todos los partidos y agrupaciones que la componían, al falangismo, a las ideas de Acción Católica, al conjunto de ideas del franquismo, a la UCD o al Partido Popular, y como vemos, hay grandes diferencias internas. Unos son partidos o movmientos autoritarios y/o reaccionarios y hasta dictatoriales, y otros, como los dos últimos ejemplos, son partidos democráticos. Conviene insistir en la importancia del contexto histórico para entender estas cuestiones.
En la actualidad se suele usar por sus adversarios como algo peyorativo, y algunas derechas tienden a autodenominarse centro-derecha (en España, también podemos comprobar esta cuestión). La derecha reaccionaría a las tendencias de intervención del estado en la economía a través de las políticas fiscales progresivas o en la regulación de mercados, así como contra la extensión del reconocimiento de derechos sociales y/o de minorías. La derecha critica estas políticas de igualitaristas. En contraposición, la derecha defiende el concepto tradicional de familia, de un Estado fuerte o paternalista pero no interventor en la economía, tiende al nacionalismo. Por fin, la derecha puede, también, valorar la importancia de la religión.
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miércoles, 6 de enero de 2010
jueves, 10 de diciembre de 2009
Punto duodécimo del programa de Falange
12. La riqueza tiene corno primer destino -y así la afirmará nuestro Estado- mejorar las condiciones de cuantos integran el pueblo. No es tolerable que masas enormes vivan miserablemente mientras unos cuantos disfrutan de todos los lujos.
Este apartado del trabajo tiene mucha importancia en el conjunto de los Puntos de la Falange. En el punto 12 se establece que el fin fundamental de la riqueza generada debería revertir en el pueblo. Este es uno de los puntos más a la izquierda del falangismo, y uno de los menos aplicados en el franquismo.
Este apartado del trabajo tiene mucha importancia en el conjunto de los Puntos de la Falange. En el punto 12 se establece que el fin fundamental de la riqueza generada debería revertir en el pueblo. Este es uno de los puntos más a la izquierda del falangismo, y uno de los menos aplicados en el franquismo.
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Puntos décimo y undécimo de la Falange
10. Repudiamos el sistema capitalista, que se desentiende de las necesidades populares, deshumaniza la propiedad privada, y aglomera a los trabajadores en masas informes, propicias a la miseria ya la desesperación. Nuestro sentido espiritual y nacional repudia también el marxismo. Orientamos el ímpetu de las clases laboriosas, hoy descarriadas por el marxismo en sentido de exigir su participación directa en la gran tarea del Estado nacional.
11. El Estado Nacionalsindicalista no se inhibirá cruelmente de las luchas económicas entre los hombres, ni asistirá impasible a la dominación de la clase más débil por la más fuerte. Nuestro régimen hará radicalmente imposible la lucha de clases, por cuanto todos los que cooperan a la producción constituyen en él una totalidad orgánica. Reprobamos e impediremos a toda costa los abusos de un interés parcial sobre todo y la anarquía en el régimen del trabajo.
El fascismo como el falangismo, al crear el estado corporativo o nacionalsindicalista aspiraba a superar la lucha de clases, a través de la idea de que se pertenecía a un mismo organismo. Ya hablamos, en un punto anterior del corporativismo y la organización sindical vertical. Se vuelve a insistir en los "pecados" de los dos sistemas económicos: el abuso patronal, motivado por el interés, y la anarquía de los trabajadores. En este último punto, se referiría, a buen seguro, a las huelgas, y sindicatos de clase.
11. El Estado Nacionalsindicalista no se inhibirá cruelmente de las luchas económicas entre los hombres, ni asistirá impasible a la dominación de la clase más débil por la más fuerte. Nuestro régimen hará radicalmente imposible la lucha de clases, por cuanto todos los que cooperan a la producción constituyen en él una totalidad orgánica. Reprobamos e impediremos a toda costa los abusos de un interés parcial sobre todo y la anarquía en el régimen del trabajo.
El fascismo como el falangismo, al crear el estado corporativo o nacionalsindicalista aspiraba a superar la lucha de clases, a través de la idea de que se pertenecía a un mismo organismo. Ya hablamos, en un punto anterior del corporativismo y la organización sindical vertical. Se vuelve a insistir en los "pecados" de los dos sistemas económicos: el abuso patronal, motivado por el interés, y la anarquía de los trabajadores. En este último punto, se referiría, a buen seguro, a las huelgas, y sindicatos de clase.
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