10. Repudiamos el sistema capitalista, que se desentiende de las necesidades populares, deshumaniza la propiedad privada, y aglomera a los trabajadores en masas informes, propicias a la miseria ya la desesperación. Nuestro sentido espiritual y nacional repudia también el marxismo. Orientamos el ímpetu de las clases laboriosas, hoy descarriadas por el marxismo en sentido de exigir su participación directa en la gran tarea del Estado nacional.
11. El Estado Nacionalsindicalista no se inhibirá cruelmente de las luchas económicas entre los hombres, ni asistirá impasible a la dominación de la clase más débil por la más fuerte. Nuestro régimen hará radicalmente imposible la lucha de clases, por cuanto todos los que cooperan a la producción constituyen en él una totalidad orgánica. Reprobamos e impediremos a toda costa los abusos de un interés parcial sobre todo y la anarquía en el régimen del trabajo.
El fascismo como el falangismo, al crear el estado corporativo o nacionalsindicalista aspiraba a superar la lucha de clases, a través de la idea de que se pertenecía a un mismo organismo. Ya hablamos, en un punto anterior del corporativismo y la organización sindical vertical. Se vuelve a insistir en los "pecados" de los dos sistemas económicos: el abuso patronal, motivado por el interés, y la anarquía de los trabajadores. En este último punto, se referiría, a buen seguro, a las huelgas, y sindicatos de clase.
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