jueves, 22 de diciembre de 2011

El camino hacia la Segunda República. De las elecciones municipales a la proclamación de la República


Con este artículo terminamos la serie de trabajos que hemos dedicado al proceso histórico que condujo a la proclamación de la Segunda República.

En la última entrega nos quedamos en el análisis de las elecciones municipales del 12 de abril. En ese momento se precipitaron los acontecimientos. En el seno del gobierno cundió el desconcierto: unos eran partidarios de la abdicación del rey frente a otros que deseaban resistir, como La Cierva. En el seno de las clases dominantes y en sus círculos políticos cundió el pánico ante la posibilidad de una revolución. Pero en el seno de la Conjunción también reinaba la incertidumbre, ya que no habían imaginado que la Monarquía se estuviera derrumbando tan rápidamente. Y fue la calle la que precipitó el desenlace, ya que la gente se echó a la calle una vez que se supo de la victoria moral de los republicanos y socialistas en los comicios.

El día 13 por la tarde, mientras media España estaba manifestándose por la República, el gobierno se reunió para deliberar sobre el camino a seguir. Romanones, consciente de la situación y verdadero hombre fuerte del gabinete, terminó por imponer su criterio, es decir, el traspaso ordenado el poder al gobierno provisional, y de ese modo, evitar desórdenes o un desbordamiento popular. Pero conviene recordar que esta fue la solución final de este puntal del sistema político Alfonsino, ya que, anteriormente, había propuesto a los dirigentes de la oposición la formación de un gobierno neutral que convocase elecciones con una retirada temporal del rey en París, pero Alcalá-Zamora optó por una postura firme, exigiendo la total e inmediata entrega del poder.

A primera hora de la mañana del día 15 se proclamó la República en Eibar. A lo largo de las horas, esta proclamación se extendió por las principales ciudades españolas y sin resistencia u oposición de autoridad alguna. Al comenzar la tarde, la bandera tricolor fue izada en el Palacio de las Comunicaciones de la madrileña plaza de la Cibeles.

Romanones apremió al rey a abandonar España. Al saberse que el general Sanjurjo, director de la Guardia Civil, se había puesto a las órdenes del gobierno provisional y que se negaba a reprimir a los manifestantes, se fue consciente que la suerte de la Monarquía estaba echada. El rey abandonó el Palacio Real y embarcó en Cartagena rumbo al exilio. Su último acto fue la elaboración y publicación de un manifiesto en el diario ABC sobre su abdicación. El resto de la familia real marchó, posteriormente, y se reunió con Alfonso XIII en París. España se había convertido en una República.

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