Después de los hechos de mayo de 1937 en Barcelona las cosas
cambiaron drásticamente en Catalunya. El gobierno central tomo el poder en el
Principado con el apoyo incondicional de los separatistas y comunistas,
verdaderos vencedores de los hechos de mayo.
Posteriormente, el gobierno se trasladó de Valencia a
Barcelona (las malas lenguas decían que las borracheras y juergas de Negrín
estaban erosionando la imagen de los comunistas, sus principales valedores;
otros, mas diplomáticos, sostienen que la capital catalana era mas segura y
anónima).
El texto completo de Josep Quevedo García en:
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