jueves, 15 de septiembre de 2011

El bandolerismo

El bandolerismo, entendido como un fenómeno organizado y duradero, se refiere a la existencia de un grupo de hombres armados enfrentados a la legalidad establecida y que se rige por un código propio. El bandolerismo se encuentra en los límites imprecisos de la frontera entre la delincuencia y la rebelión social y política.




Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, el bandolerismo se asocia a los problemas de las sociedades preindustriales, y tiene más importancia en las coyunturas de crisis económicas, sociales y políticas. En el Medievo podemos observar dos tipos de bandolerismo: el feudal, es decir el protagonizado por la nobleza frente a los campesinos y los burgueses de las ciudades; y el de los salteadores de caminos que empleaban la violencia para poder sobrevivir. Las líneas que separaban a un tipo de otro no fueron nunca muy claras.



Con el reforzamiento del poder monárquico y la expansión económica desde finales del siglo XV y, especialmente, en el siglo XVI, el bandolerismo fue reprimido, tanto el protagonizado por las banderías nobiliarias como el de los salteadores de caminos. Los Reyes Católicos combatieron a los nobles levantiscos y pacificaron el campo a través del instrumento de la Santa Hermandad.



Pero el siglo XVII vio resurgir ambos tipos de bandolerismo por la crisis económica y social. En Cataluña tenemos un claro ejemplo de su fuerza, fenómeno que terminó por contagiarse a otras zonas de la Monarquía Hispánica, especialmente a Valencia.



Siguiendo con lo defendido en este artículo, el bandolerismo tiene, al menos en el sur de Europa, no sólo su origen en el empobrecimiento de campesinos u otros grupos sociales, sino que también es expresión del conflicto en torno a la propiedad y el poder político. Fue una constante preocupación de las autoridades del Antiguo Régimen y su represión fue muy complicada, dada la maraña de jurisdicciones existentes y la no disimulada complicidad de algunas oligarquías.



En el siglo XVII, el despotismo ilustrado -otro momento de reforzamiento del poder central- luchó contra el bandolerismo y no sólo a través de su represión. Una de las varias razones que motivaron la promoción de las Nuevas Poblaciones en el camino entre Madrid y Andalucía fue, precisamente, combatir el bandolerismo, al repoblar un verdadero desierto humano en torno a Sierra Morena.



El bandolerismo más conocido por el público, dada la difusión que le dieron los viajeros románticos y la literatura, es el que se dio en el siglo XIX. De nuevo, asistimos a un fenómeno difuso entre la lucha política o militar y la delincuencia cuando surge la guerrilla frente a los ejércitos franceses en la guerra de la Independencia porque algunas partidas guerrilleras practicaron el bandolerismo. Además, al terminar la contienda, algunos antiguos guerrilleros se convirtieron en famosos bandoleros. Estaríamos en una especie de época dorada del bandolerismo con personajes como José María, el Tempranillo; Jaime, el Barbudo o Luis Candelas.



El poder intentó reprimir el bandolerismo, siendo su principal instrumento la Guardia Civil, con notables éxitos, aunque a finales del reinado de Isabel II y durante el Sexenio volvió a incrementarse este fenómeno, especialmente en Andalucía. Este bandolerismo decimonónico se mueve, como no podía ser de otra manera dada la ambigüedad del fenómeno, entre la aureola del héroe romántico que lucha contra el poder, ya sea extranjero, ya del nuevo estado liberal, y la delincuencia de signo casi mafioso en relación con el poder caciquil.

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