Los cherokees llegaron a formar una especie de estado. En 1828 crearon la República Cherokee en una extensión enorme pero con muy poca población. El gobierno federal decidió que era demasiado terreno y ordenó que se requisara una parte. A cambio, se les otorgaría a los cherokees tecnología adecuada para cultivar la tierra y se les consideraría ciudadanos estadounidenses. Pero, a pesar de estas buenas intenciones, se siguieron expropiando tierras y expulsando a otras tribus. Los cherokees se negaron a abandonar sus tierras. En respuesta, el Estado de Georgia expropió sus tierras y hasta ocupó la capital de los cherokees, New Echota.
La tensión se desató cuando fue elegido presidente Andrew Jackson, decidido defensor de los colonos frente a los indios. Pero los cherokees no recurrieron a la violencia, sino que emplearon los instrumentos del estado de derecho. Fueron a los tribunales para defender sus derechos sobre las tierras contra los colonos que quisieran apropiarse de las mismas. En 1831, el juez supremo John Marshall sentenció que no existía la nación independiente cherokee, sino una "nación doméstica dependiente" del gobierno federal. Los cherokees se dividieron en dos partes: unos fueron partidarios de defender las tierras, y otros de alcanzar acuerdos.
El gobierno federal decidió reunir a todos los sectores y jefes cherokees en diciembre de 1835, advirtiéndoles de que si no acudían a la reunión se les expropiarían las tierras. No acudió ningún líder importante. El gobierno decidió que se firmaba un tratado de venta de las tierras por cinco millones de dólares, así como, la expulsión de los indios al norte de Kansas. Jackon fue inflexible y ordenó la deportación sin excepciones, incluidos los cherokees, más asimilados por estar educados en escuelas norteamericanas.
El Congreso Nacional Cherokee intentó frenar o retrasar la deportación. No consiguió ninguna medida favorable, y en el verano de 1838 comenzó el éxodo. Solamente una parte muy pequeña decidió marcharse, por lo que se nombró al general Scott para que organizara la marcha. Ante el ejército, los cherokees tuvieron que abandonar sus casas, granjas, tierras de cultivo, pueblos y enseres más importantes. Las dificultades fueron tremendas, murieron niños y ancianos. Al final, murieron, después de cinco meses de marcha, unas 4.500 personas. En 1839 todos habían cruzado el río Mississippi
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