Concepto de nación
El concepto de nación como comunidad política con derecho a contar con un estado organizado es una de las herencias ideológicas de la Revolución francesa. Anteriormente, existía la lealtad personal de los súbditos al monarca absoluto pero, después de la Revolución esta vieja lealtad se sustituyó por otra, la lealtad legal de los ciudadanos a una Constitución. Los individuos debían pertenecer a una comunidad y compartir con otros una cultura, lengua y costumbres para poder ejercer los derechos políticos propios de todo ciudadano.
Los liberales intentaron sustituir los viejos estados absolutos de súbditos por estados nacionales, formados por hombres libres, por ciudadanos. En la época de las guerras napoleónicas las ideas del nacionalismo comenzaron a extenderse por Europa. La oposición a la ocupación francesa y a los sistemas políticos que Napoleón impuso, impulsó que diversos pueblos y países se enfrentasen al ejército napoleónico buscando su propio camino para constituirse en estados. El Congreso de Viena y el sistema de la Restauración no respetaron los intereses de muchos pueblos europeos cuando se rediseñó el mapa de Europa, provocando que el nacionalismo se convirtiera en una fuerza opositora a este sistema de la misma importancia que el liberalismo.
El nacionalismo
El nacionalismo del siglo XIX fue un fenómeno político y social complejo, ya que tuvo dos vertientes: una progresista, más vinculada con el liberalismo, y otra tradicionalista, de raíces conservadoras.
El nacionalismo progresista defendía el derecho de los pueblos a liberarse de tiranías extranjeras y la necesidad de la solidaridad de unos pueblos con otros en sus respectivas liberaciones nacionales. Para este nacionalismo cualquier comunidad podía convertirse en una nación si así lo deseaba y buscar los medios para emanciparse y formar un Estado o unirse a otro ya existente con el objetivo de crear uno nuevo. De esa misma forma, cualquier persona podría cambiar de nacionalidad con sólo desearlo. Por eso se trata de un nacionalismo basado en la voluntad, ya sea de una comunidad o de un individuo. Este nacionalismo fue seguido, principalmente por los liberales demócratas franceses e italianos, destacando la figura de Giuseppe Mazzini.
El nacionalismo tradicional o conservador consideraba que las naciones no se basaban en la decisión o la voluntad de los pueblos o de los individuos, sino que existían previamente como realidades objetivas ineludibles. Esas naciones tendrían rasgos geográficos, culturales, lingüísticos y hasta étnicos propios diferentes a los de otras naciones. Esos rasgos acompañarían a las personas estuviesen donde estuviesen. Una comunidad constituía una nación cuando la historia, la tradición, la cultura y la lengua así lo determinaban. Todo el que perteneciera a esa comunidad pertenecería, asimismo, a la nación y debía compartir esos rasgos nacionales, ya fuera de grado o por la fuerza. No era una cuestión de voluntad como en el liberalismo progresista. El liberalismo conservador tuvo mucha importancia en Alemania, destacando la figura de Fichte.
Por otro lado, hubo también dos modelos de nacionalismo:
a)Nacionalismo unitario, que pretendía reunir en un único estado pueblos separados pero con una nacionalidad común. Serían los casos del nacionalismo alemán y del italiano.
b)Nacionalismo disgregador o separatista, que buscaba la fragmentación de imperios o estados para formar unidades políticas o nuevos estados con sus propias naciones. Fue el caso de Hungría en relación con el Imperio austriaco, o de los pueblos balcánicos en relación con el Imperio otomano o el Imperio austriaco.
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Al igual que en el anterior artículo sobre el liberalismo, el nacionalismo ha sido profusamente tratado en este blog. Este nuevo artículo pretende enriquecer la cuestión
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