martes, 8 de marzo de 2011

Lliga Regionalista. Segunda Parte

En julio de 1917, en plena crisis política, social y militar, la Lliga promovió la Asamblea de Parlamentarios pero ante el peligro de verse superada por las fuerzas antimonárquicas la Lliga opta por dar marcha atrás y pacta con el sistema político estatal, entrando en el gobierno en octubre de ese mismo año. Entre 1917 y 1923 la política de la Lliga oscila entre la presión autonomista con la campaña pro-Estatut, que hemos estudiado en el blog, con la activa participación en los gobiernos de Madrid, donde Cambó tendrá un especial protagonismo. Cambó defendió el accidentalismo político: “¿Monarquía?, ¿República?, ¡Catalunya!”, pero, lo que es cierto, es que la Lliga no atacó en ningún momento a la Monarquía. Con la fuerte crisis social en Barcelona, en pleno auge del choque entre anarquistas y fuerzas del orden, la Lliga optó por una tendencia harto conservadora, provocando que una gran parte de sus juventudes se saliera de la formación a la altura de 1922, así como de los intelectuales. La aceptación o casi nula oposición de la Dictadura de Primo de Rivera, al considerarla un mal menor y necesaria para mantener el orden en Barcelona, así como la defensa realizada por Cambó de la continuidad de la Monarquía en su escrito Per la concòrdia (1930), terminarán por provocar un claro divorcio entre la Lliga y el catalanismo de signo progresista.


La proclamación de la República provocará la pérdida de liderazgo de la Lliga en Cataluña y una fuerte crisis interna. Después de un período de debates internos y reticencias ante el nuevo régimen, la Lliga se reorganiza y adopta un nuevo nombre, Lliga Catalana, en febrero de 1933. Se configura como un partido conservador, católico y opuesto el reformismo republicano pero respetuoso con la legalidad. En las elecciones de noviembre de 1933 se recupera electoralmente, después del fracaso electoral de 1931. La Lliga se enfrentará a la Ley de Contratos de Cultivo, aprobada por el Parlament de Catalunya, encontrando el apoyo del gobierno de centro-derecha de Madrid. También condenará los hechos del Seis de Octubre de 1934 y participará en diversos gobiernos de gestión de la Generalitat tutelada por el gobierno central. En las elecciones de febrero de 1936 fue derrotada. La Lliga ni el partido en sí participaron en la conspiración que llevó a la sublevación militar de julio de 1936. Pero en octubre los principales dirigentes de la Lliga firmaron un escrito de apoyo a los militares rebeldes y desarrollaron actividades, especialmente de difusión de sus ideas (libros, boletines, y la revista “Occidente”, emisiones de Radio Veritat, etc..). Estos hechos provocaron que en Cataluña fueran perseguidos y reprimidos, por lo que muchos huyeron al extranjero o a la zona sublevada. Posteriormente, algunos miembros de la Lliga participaron en algunas responsabilidades en el régimen franquista pero el partido desapareció definitivamente.

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