domingo, 7 de agosto de 2011

El PSOE durante el franquismo. Segunda Parte

Las esperanzas puestas en una presión aliada para que España se convirtiese en una democracia se desvanecieron en el inicio de la guerra fría. La gran oportunidad de los primeros años de la posguerra (1946-1947) se desvaneció y afectó claramente a toda la oposición al franquismo y el PSOE no iba a ser una excepción. La militancia socialista se resintió en los años cincuenta. El número de secciones representadas en los congresos de la UGT en el exilio llegó a ser de 469 en 1951; pues bien, en 1959 había disminuido a 186. Además, se instaló el desconcierto a la hora de establecer una estrategia política. El posibilismo había llevado a una colaboración con los monárquicos pero el fracaso de esta opción provocó que el PSOE viviera, a partir de 1952, una etapa de aislamiento, aunque no pudo durar mucho porque los socialistas siempre fueron conscientes de que tenían que colaborar con otras opciones. En la década de los cincuenta se vivieron muchas negociaciones y fracasos a la hora de establecer pactos y estrategias con otros grupos y sectores del antifranquismo.


Rodolfo Llopis se afianzó en esta época como máximo dirigente del socialismo español en el exilio. Llopis procedía de la izquierda del PSOE pero, con el tiempo, y especialmente visto desde las nuevas generaciones del interior, se convertiría en el símbolo del conformismo o inmovilismo. Pero debe tenerse en cuenta que Llopis hizo una labor fundamental para mantener la estructura del partido en momentos de extrema dificultad y así permitir que no desapareciera ni se rompiera la correa de transmisión entre la histórica herencia del PSOE y el futuro del partido, aunque Llopis no terminara por encajar en ese futuro.

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