En marzo de 1930 apareció en Barcelona un manifiesto de inteligencia republicana firmado por republicanos de izquierda como Companys, Aiguader, Botella Asensi, y de líderes obreros como Peiró, Arquer y Campalans. El manifiesto abogaba por el establecimiento de una república federal y la defensa de una política de amplias reformas sociales. Este manifiesto tiene su importancia histórica porque supone el inicio de la movilización de los republicanos en la época del gobierno Berenguer.
En mayo se dieron una serie de incidentes relacionados con la vuelta del exilio de Unamuno, que había sufrido la represión de la Dictadura de Primo de Rivera. Estos incidentes fueron protagonizados por los estudiantes de la FUE con la policía, provocando que las autoridades cerrasen las universidades. Este era otro ejemplo de la creciente movilización social hacia un cambio político profundo. Efectivamente, la primavera y el verano de 1930 fueron testigos de huelgas y manifestaciones en un nivel que no se recordaba desde antes del golpe de Primo. Había un claro descontento popular que, unido a la crisis del gobierno, que hemos estudiado en el primer artículo de esta serie, favorecieron, sin lugar a dudas, el desarrollo de las fuerzas políticas y sociales republicanas y obreras, que comenzaron a considerar la necesidad de organizarse y buscar la unión de sus esfuerzos, a pesar de su evidente heterogeneidad.
El 14 de mayo de 1930, la Alianza Republicana y el Partido Republicano Radical Socialista acordaron la creación de un Comité conjunto que debía trabajar para la instauración de la república en España. A este pacto se sumaron la Organización Republicana Autónoma Gallega (ORGA), recién creada y que dirigía Santiago Casares Quiroga; y la Unión Republicana Autonomista de Valencia, de Sigfrido Blanco. Por otro lado, se tendieron puentes hacia las organizaciones obreras. En el mes de julio, Azaña y Albornoz se entrevistaron con representantes socialistas pero no se llegó a ningún acuerdo, seguramente por dos factores: las reticencias de un sector del socialismo hacia la alianza con fuerzas republicanas y la existencia de diferencias en el propio seno del republicanismo. Los republicanos se pusieron a trabajar durante el verano para superar las dificultades y presentar un frente común. La Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y Miguel Maura se unió al Comité. Por su parte, los republicanos catalanes también se acercaron.
Las negociaciones bullían y el 17 de agosto nació, como resultado de las mismas, el conocido Pacto de San Sebastián. Bajo la presidencia de Felipe Siasín (Unión Republicana de San Sebastián) se reunieron en Donostia: Manuel Azaña y Alejandro Lerroux (representantes de la Alianza Republicana), Marcelino Domingo, Álvaro Albornoz y Galarza (Partido Republicano Radical Socialista), Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura (Derecha Liberal Republicano), Santiago Casares Quiroga (ORGA), Jaume Aiguader (Estat Català), Macià Mallol (Acció Republicana de Catalunya), Manuel Carrasco i Formiguera (Acció Catalana), y a título personal, Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio Prieto. Los asistentes a la reunión decidieron la creación de un Comité ejecutivo de la Conjunción, presidido por Alcalá-Zamora, y dedicado a coordinar el movimiento revolucionario que debía conducir a la instauración de la República. En la reunión se estableció, además, que había que atender a las reivindicaciones autonomistas de Cataluña, y la necesidad establecer conversaciones formales con las organizaciones obreras.
Las conversaciones con el PSOE para que se incorporara al pacto fueron difíciles. Ya hemos estudiado cómo Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos encabezaban el sector socialista afín a la conjunción con los republicanos pero, también, como gran parte de la familia socialista era contraria a entrar en relaciones con estos. Besteiro, con mucho poder en el aparato socialista, era el principal crítico y contrario a la alianza con los republicanos. Pero muy pronto los socialistas comprobaron que los republicanos eran capaces de movilizar a amplias capas de la sociedad española y eso hizo cambiar la postura del partido y del sindicato. En consecuencia, en octubre el PSOE y la UGT se adhirieron al Pacto. En el convenio con los republicanos se estipulaba que Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero se incorporarían al Comité de la Conjunción, así como la convocatoria de una huelga general cuando se desencadenase el movimiento insurreccional. El acuerdo político con la CNT no pudo cuajar aunque la CNT no pondría reparos a la movilización republicana.
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