lunes, 31 de octubre de 2011

Alejandro García Bezares

Alejandro García Bezares nació en Bilbao en 1892. Trabajó como metalúrgico y tramoyista de teatro. Fue miembro del Sindicato Metalúrgico de Vizcaya de la UGT y perteneció a la Agrupación Socialista de Bilbao desde el año 1910. Trabajó en la Compañía Euskalduna y, posteriormente, en el Teatro Arriaga, momento en el que ingresa en la Asociación de Tramoyistas y afines de la capital vizcaína. Entre 1925 y 1936 fue presidente del Sindicato de Empleados Públicos de Vizcaya y vicepresidente de la Federación de Empleados Públicos de la Región Vasco-Navarra.
A causa de la Revolución de 1934 se le encausó por su participación. En la guerra civil fue nombrado, en 1937, agente del Comisariado de Guerra del País Vasco y guardián de Prisiones Especiales de Euskadi. Al año siguiente, ingresó en el SIM en Barcelona, es decir en el Servicio de Investigación Militar.
Consiguió salir de España y marchó a México en el Nyassa en mayo de 1942. Allí perteneció a la Agrupación Socialista. Falleció en aquel país en el año 1980.
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domingo, 30 de octubre de 2011

Francisco Jiménez Puertas

Francisco Jiménez Puertas nació en Vélez-Málaga en el año 1876. Era zapatero de profesión. Ingresó en la Agrupación socialista de su localidad natal a principios del siglo XX. Tuvo una cierta relación con Pablo Iglesias, ya que cuando el líder socialista visitaba la zona pernoctaba, habitualmente, en su casa. Jiménez Puertas llegó a ser secretario y presidente de su agrupación, así como colaborador en “El Defensor de Vélez”, un periódico republicano de la época de la Conjunción Republicano-Socialista.
En tiempos de la República, Jiménez Puertas fue concejal y teniente-alcalde de Vélez-Málaga. Cuando Vélez cayó en manos de las tropas sublevadas en la guerra civil fue detenido y encarcelado. Gracias a la intervención de algunas personas influyentes del bando sublevado se libró de ser fusilado. En 1939 pudo marchar a Argentina, donde fallecería diez años después.
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sábado, 29 de octubre de 2011

Feliciano Martín Recio

Feliciano Martín Recio nació en 1887 en la localidad vallisoletana de Quintanilla de Abajo. Siendo adolescente se trasladó a Madrid y trabajó como estuquista. En la capital ingresó en la Sociedad de Albañiles “El Trabajo” y en las Juventudes Socialistas. En la Casa del Pueblo madrileña tuvo algunas responsabilidades directivas. Ingresó en la Agrupación Socialista Madrileña en 1918, y como miembro de la UGT le vemos en el Congreso de 1920 como delegado de los estuquistas madrileños. En el Congreso de 1932 participó en la ponencia sobre legislación social. Martín Recio tuvo un gran protagonismo sindical, ya que, además de estas participaciones congresuales se implicó en la creación de la Federación Nacional de la Edificación de la UGT, y en el desarrollo de la federación local madrileña.
En la guerra civil se incorporó como voluntario en una unidad complementaria de carabineros. Con el grado de teniente sirvió a la República en diversos puntos de la geografía valenciana. Al terminar la guerra fue detenido, para ser encarcelado. Cuando fue puesto en libertad se incorporó a la actividad clandestina del PSOE y de la UGT. Murió en 1972.
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viernes, 28 de octubre de 2011

Antonio Muñoz Giraldos

Antonio Muñoz Giraldos nació en Madrid en el año 1893. Era tipógrafo de profesión y miembro de la Asociación General del Arte de Imprimir desde el año 1908. Entre 1922 y 1923 llegó a presidir dicha Asociación. Ingresó en la Agrupación Socialista Madrileña en 1912, pero se dio de baja en 1917. Reingresó en el PSOE en enero de 1923 y, también perteneció a la UGT. Le vemos participar en los congresos de 1927 y 1928. En la UGT fue vocal de su Comisión Ejecutiva entre 1932 y 1934.




En la guerra civil formó parte del Consejo Superior de Correos, y en 1938 fue nombrado vocal del Tribunal de Alta Traición y Derrotismo número 3 de Madrid. También fue nombrado vicepresidente del Comité del Frente Popular de Ventorro del Chaleco (noviembre de 1938-febrero de 1939). Fue detenido al terminar la contienda y condenado en un consejo de guerra, celebrado en febrero de 1940, a una pena de doce años de cárcel. Al final, la condena fue rebajada a seis años, que los pasó en la prisión madrileña de Porlier.



Murió en Colmenar Viejo en el año 1980.





Ver:





http://diccionariobiografico.psoe.es/pdfTemps/Biografia_11546.pdf

jueves, 27 de octubre de 2011

Federico Landrove Moíño

En dos artículos pasados citamos a la figura de Federico Landrove Moiño, socialista y alcalde de Valladolid. Pues bien, en la documentadísima página web de la represión franquista de Valladolid se nos presenta una semblanza de este político y profesor de Matemáticas:




http://www.represionfranquistavalladolid.org/?Federico-Landrove-Moino

miércoles, 26 de octubre de 2011

Antonia Maymón, maestra racionalista y anarquista

Antonia Maymón (Madrid 18/07/1881 - Beniaján, Murcia, 20/12/1959) es defensora del Naturismo Libertario donde se entiende al naturismo y al anarquismo como dos ideales distintos, pero convergentes en un mismo objetivo: un orden natural donde no caben jerarquías ni injusticias, siempre que se mantenga prioritario el principio de regeneración humana.




Su biografía en:



http://www.portaloaca.com/historia/biografias/2117-antonia-maymon-maestra-racionalista-y-anarquista.html

Carmen Hombre Ponzoa

Carmen Hombre Ponzoa fue una maestra, afiliada a la UGT, y de religión protestante. Tuvo una intensa actividad política. Ese hecho y, sobre todo sus creencias religiosas le costaron su vida. Su marido, Juan Máximo, también maestro, corrió la misma suerte.




Sobre Carmen Hombre véase:



http://maestrasrepublicafeteugt.blogspot.com/2011/04/hace-unos-dias-nos-escribio-la-nieta-de.html

martes, 25 de octubre de 2011

lunes, 24 de octubre de 2011

El camino hacia la Segunda República. El gobierno Aznar y las elecciones de abril de 1931

Ante la dimisión de Berenguer el 14 de febrero de 1931, el rey optó por buscar una solución hacia la izquierda dinástica. La opción podría ser Santiago Alba pero éste se negó. Por otro lado, Alfonso XIII no aceptó las pretensiones de los constitucionalistas de Melquíades Álvarez. El problema era tan grave que el monarca contactó con Sánchez Guerra, el político conservador que tanto le había criticado y que se había enfrentado a la Dictadura de Primo de Rivera. Pero esta opción no cuajó. Ante esta situación, el rey presionó a los políticos dinásticos para que aceptaran formar un gobierno de concentración. Al final, el 18 de febrero se formó un gobierno presidido por el almirante José Bautista Aznar con escasísima experiencia política. Realmente, la figura predominante de este ejecutivo era el incombustible conde de Romanones. En el gobierno estaban, también: Bugallal, Juan de la Cierva, García Prieto, Gabriel Maura, Joan Ventosa y el propio Berenguer, como figuras más destacadas. Era un gobierno que representaba, claramente, el pasado, por lo que no levantó ningún entusiasmo.




El nuevo gobierno defendió la idea de ralentizar la vuelta a la normalidad constitucional a través de un calendario de consultas electorales, que comenzaría con las municipales para el 12 de febrero, las provinciales para el 3 de mayo y, por fin, las generales para el 7 y 14 de mayo (diputados y senadores, respectivamente), frente al interés del gobierno anterior por ir directamente a estas últimas. El objetivo del gobierno era que las elecciones municipales terminaran con la interinidad establecida por el gobierno anterior en los consistorios y otorgar credibilidad democrática a todo el proceso electoral restante.



Mientras llegaban las elecciones del 12 de abril el gobierno Aznar tuvo que hacer frente a una intensificación de la movilización social y política de la oposición. Los estudiantes se destacaron en las manifestaciones. La condena a muerte el 18 de marzo del capitán Sediles, aunque luego indultado, desencadenó importantes manifestaciones estudiantiles en varias ciudades. Estas manifestaciones alcanzaron su cénit cuando el día 23 de marzo se dio a conocer la liberación de los miembros del Comité Republicano. La FUE comenzó a adoptar una actitud insurreccional con el apoyo obrero, especialmente cuando la policía mató a un estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad Central. Esta marea estudiantil desconcertó al gobierno.



La campaña electoral para las municipales frenó la conflictividad. Las elecciones municipales, como hemos señalado, pretendía dar legitimidad al período de transición y del proceso electoral pero fueron un error estratégico del gobierno, ya que, los republicanos y los socialistas eran muy fuertes en las ciudades, cuyo voto estaba ya libre de las manipulaciones electorales del caciquismo. De hecho, ni unos ni los otros optaron por la abstención ni el retraimiento electoral. Además, no debemos olvidar que hacía ocho años que no había habido elecciones y el censo electoral español había cambiado, tanto en su número como en su composición, sin olvidar que la maquinaria electoral caciquil estaba desengrasada. Las fuerzas gubernamentales o dinásticas confiaban en el voto rural y no se movilizaron especialmente por el voto, desarrollando una campaña electoral basada en el argumento del miedo de la burguesía. Por el contrario, la conjunción republicana-socialista desarrolló una campaña muy activa y coordinada. El argumento principal de la campaña giraba en torno a la idea que estas elecciones eran un plebiscito por la República que, a medio plazo llegaría.



Las elecciones se celebraron, como queda dicho, el día 12 de abril. En realidad, los monárquicos consiguieron más concejales, superando el número de treinta mil, mientras que la Conjunción llegó a los nueve mil, aproximadamente. Pero muchos ediles monárquicos habían sido proclamados por el famoso artículo 29 de la Ley electoral, que evitaba la votación donde sólo había una candidatura, hecho muy vinculado con el viejo caciquismo. El hecho más decisivo de los resultados era que la oposición había ganado en 41 de las 50 capitales de provincia y en las grandes poblaciones. El voto urbano había ido, en su gran mayoría, hacia los republicanos y socialistas, donde el caciquismo había sido superado.

sábado, 22 de octubre de 2011

El camino hacia la Segunda República. El Pacto de San Sebastián

En marzo de 1930 apareció en Barcelona un manifiesto de inteligencia republicana firmado por republicanos de izquierda como Companys, Aiguader, Botella Asensi, y de líderes obreros como Peiró, Arquer y Campalans. El manifiesto abogaba por el establecimiento de una república federal y la defensa de una política de amplias reformas sociales. Este manifiesto tiene su importancia histórica porque supone el inicio de la movilización de los republicanos en la época del gobierno Berenguer.
En mayo se dieron una serie de incidentes relacionados con la vuelta del exilio de Unamuno, que había sufrido la represión de la Dictadura de Primo de Rivera. Estos incidentes fueron protagonizados por los estudiantes de la FUE con la policía, provocando que las autoridades cerrasen las universidades. Este era otro ejemplo de la creciente movilización social hacia un cambio político profundo. Efectivamente, la primavera y el verano de 1930 fueron testigos de huelgas y manifestaciones en un nivel que no se recordaba desde antes del golpe de Primo. Había un claro descontento popular que, unido a la crisis del gobierno, que hemos estudiado en el primer artículo de esta serie, favorecieron, sin lugar a dudas, el desarrollo de las fuerzas políticas y sociales republicanas y obreras, que comenzaron a considerar la necesidad de organizarse y buscar la unión de sus esfuerzos, a pesar de su evidente heterogeneidad.
El 14 de mayo de 1930, la Alianza Republicana y el Partido Republicano Radical Socialista acordaron la creación de un Comité conjunto que debía trabajar para la instauración de la república en España. A este pacto se sumaron la Organización Republicana Autónoma Gallega (ORGA), recién creada y que dirigía Santiago Casares Quiroga; y la Unión Republicana Autonomista de Valencia, de Sigfrido Blanco. Por otro lado, se tendieron puentes hacia las organizaciones obreras. En el mes de julio, Azaña y Albornoz se entrevistaron con representantes socialistas pero no se llegó a ningún acuerdo, seguramente por dos factores: las reticencias de un sector del socialismo hacia la alianza con fuerzas republicanas y la existencia de diferencias en el propio seno del republicanismo. Los republicanos se pusieron a trabajar durante el verano para superar las dificultades y presentar un frente común. La Derecha Liberal Republicana de Alcalá-Zamora y Miguel Maura se unió al Comité. Por su parte, los republicanos catalanes también se acercaron.
Las negociaciones bullían y el 17 de agosto nació, como resultado de las mismas, el conocido Pacto de San Sebastián. Bajo la presidencia de Felipe Siasín (Unión Republicana de San Sebastián) se reunieron en Donostia: Manuel Azaña y Alejandro Lerroux (representantes de la Alianza Republicana), Marcelino Domingo, Álvaro Albornoz y Galarza (Partido Republicano Radical Socialista), Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura (Derecha Liberal Republicano), Santiago Casares Quiroga (ORGA), Jaume Aiguader (Estat Català), Macià Mallol (Acció Republicana de Catalunya), Manuel Carrasco i Formiguera (Acció Catalana), y a título personal, Felipe Sánchez Román, Eduardo Ortega y Gasset e Indalecio Prieto. Los asistentes a la reunión decidieron la creación de un Comité ejecutivo de la Conjunción, presidido por Alcalá-Zamora, y dedicado a coordinar el movimiento revolucionario que debía conducir a la instauración de la República. En la reunión se estableció, además, que había que atender a las reivindicaciones autonomistas de Cataluña, y la necesidad establecer conversaciones formales con las organizaciones obreras.
Las conversaciones con el PSOE para que se incorporara al pacto fueron difíciles. Ya hemos estudiado cómo Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos encabezaban el sector socialista afín a la conjunción con los republicanos pero, también, como gran parte de la familia socialista era contraria a entrar en relaciones con estos. Besteiro, con mucho poder en el aparato socialista, era el principal crítico y contrario a la alianza con los republicanos. Pero muy pronto los socialistas comprobaron que los republicanos eran capaces de movilizar a amplias capas de la sociedad española y eso hizo cambiar la postura del partido y del sindicato. En consecuencia, en octubre el PSOE y la UGT se adhirieron al Pacto. En el convenio con los republicanos se estipulaba que Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero se incorporarían al Comité de la Conjunción, así como la convocatoria de una huelga general cuando se desencadenase el movimiento insurreccional. El acuerdo político con la CNT no pudo cuajar aunque la CNT no pondría reparos a la movilización republicana.

viernes, 21 de octubre de 2011

El camino hacia la Segunda República. El gobierno Berenguer

Con el gobierno del general Berenguer se intentó realizar un proceso de transición desde la Dictadura de Primo de Rivera a la normalidad constitucional, establecida en 1876. La Constitución de 1876 estableció las bases del sistema político de la Restauración, y que terminó con el golpe de 1923, cuando dicho sistema se encontraba en plena descomposición. Para comenzar a entender la época que va desde la caída de Primo hasta la proclamación de la República hay que tener en cuenta, por tanto, que se deseaba volver a un sistema ya desprestigiado pero, también que uno de sus pilares, la Monarquía, se había deteriorado considerablemente, precisamente por haberse comprometido con la Dictadura. Ese deterioro, además, había provocado la deserción de las filas monárquicas de una parte considerable de la propia clase política del sistema de la Restauración. Berenguer enfocó la cuestión de la transición sin tener en cuenta todo esto. Era imposible regresar al año 1923 en 1930.




En su momento, Berenguer había adoptado una postura de oposición moderada a la Dictadura. Primo de Rivera había presentado al rey, antes de despedirse, una terna de sucesores y Berenguer era el más liberal de los tres. Así pues, Alfonso XIII le encargó formar gobierno. El general se pronunció sobre su deseo de volver a la normalidad constitucional y anunció una serie de medidas liberalizadores que fueron bien recibidas por la opinión pública. Pero Berenguer no era un político y no supo moverse en las arenas movedizas de la política española heredada del sistema de la Restauración, complicada con el creciente poder de las fuerzas políticas y sociales ajenas a dicho sistema. Además, como hemos señalado, muchos políticos monárquicos, especialmente, los liberales, aunque, también destacados conservadores, decidieron no colaborar con el gobierno. En la crítica y la no colaboración con el gobierno destacaría Sánchez Guerra que lanzó durísimas diatribas contra el rey, al considerar que en la Dictadura “el impulso fue soberano”. Otros, como Ossorio y Gallardo, fueron más moderados en sus críticas. Ossorio siguió siendo “monárquico pero sin rey”. Pero el paso hacia el republicanismo era algo más complicado y solamente lo dieron dos políticos: Miguel Maura y Niceto Alcalá-Zamora. Ambos representarían una opción republicana moderada o conservadora, en todas sus dimensiones: política, social y, especialmente, religiosa.



Pero, además, una gran parte de la clase política monárquica comprobaron muy pronto que el proceso transicional era lentísimo, por lo que el gobierno de Berenguer fue calificado de Dictablanda. Lo que había comenzado bien comenzó a ser criticado, provocando más deserciones de la causa monárquica y un deterioro de la popularidad de Berenguer. La opinión pública volvió a tener un peso considerable en la política, después de la censura de la época de Primo de Rivera.



Berenguer solamente pudo contar con el apoyo de los sectores más conservadores, el que más hundía sus raíces en el caciquismo. Así pues, este nuevo gobierno se basaba en los peores pilares del sistema de la Restauración, otro factor importante a tener en cuenta para entender su fracaso. Tampoco la política llevada por este gobierno fue audaz o novedosa; por ejemplo, se aplicó una política presupuestaria muy restrictiva sin gasto de ningún tipo, una falta de inversiones en obras públicas que podría haber paliado algo el paro creciente. Pero, también es cierto, la extrema derecha tampoco simpatizaba con Berenguer. La Unión Patriótica, el partido creado por Primo de Rivera, ahora reconvertido en Unión Monárquica Nacional, aunque mucho menos influyente que en el pasado, criticó los proyectos de Berenguer y los intentos de regresar al sistema constitucional.



¿Y el rey que pensaba en estos momentos? Es complicado saber las intenciones últimas de Alfonso XIII en la etapa final de su reinado. Algunos piensan que si hubiera podido, habría abandonado el trono antes de lo que lo hizo, pero estaba preocupado por la pésima salud del príncipe de Asturias. De hecho, al parecer, llegó a hablar con Santiago Alba sobre la posibilidad de realizar un plebiscito sobre su persona; pero, en todo caso, Alfonso XIII no tomó ninguna decisión en el sentido de abandonar.



Ortega y Gasset retrató este período en su famoso artículo El error Berenguer. Para el filósofo, lo principal no era que el general cometiera errores, el error había sido nombrarle presidente del Consejo de ministros. Ortega lanzó su dardo contra la Monarquía, al hacerla responsable de la situación presente y hasta de los problemas del país desde el pasado lejano.



Las fuerzas políticas y sociales al margen de la Dictadura y del sistema de la Restauración se crecieron en este momento. Los socialistas ya habían superado el debate sobre la colaboración o no con Primo de Rivera y se declaraban abiertamente por terminar con la Monarquía. Es el momento del protagonismo político de Indalecio Prieto que, personalmente, se comprometió en el Pacto de San Sebastián con los republicanos. Por su parte, la CNT volvió a ser legalizada y comenzó un rápido proceso de reconstrucción, después de la persecución a la que se vio sometida por Primo de Rivera. En agosto de 1930 se firmó el Pacto de San Sebastián, alianza entre el republicanismo histórico y el nuevo y con el socialismo, aunque con iniciales reticencias por parte de éste. Este Pacto creó una especie de gobierno provisional en la sombra, que se reunía en el Ateneo madrileño.



El republicanismo español alcanzó su oportunidad histórica no tanto por su fuerza, sino por el desprestigio de la Monarquía entre amplias capas sociales del país. Una parte considerable de la sociedad española comenzó a pensar que la alternativa no era regresar al sistema liberal anterior, que había demostrado su incapacidad por reconvertirse o evolucionar hacia una plena democracia, sino caminar hacia una república. Los intelectuales tuvieron un especial protagonismo en esta movilización social republicana. En este sentido, fue muy importante la labor de la Agrupación al Servicio de la República, iniciativa de Ortega, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala.



El ejército español jugó también un papel en el camino hacia la instauración de la República. En algunos sectores militares, fuera de la alta oficialidad, había un claro malestar. En diciembre de 1930 se produjo la sublevación de Jaca de Galán y García Hernández, aunque fracasó porque falló la coordinación y se adelantaron a las previsiones de los dirigentes republicanos. Pero este fracaso proporcionó unos mártires y facilitó, aún más, la movilización social por la causa republicana.



El gobierno entró en crisis por el asunto de las elecciones. Berenguer deseaba la convocatoria de unas elecciones generales frente al procedimiento tradicional: primero municipales, luego provinciales y, por fin a diputados. Quería evitar más polémicas y luchar en batallas políticas. Pero se encontró con que en enero de 1931 estalló una oleada de declaraciones abstencionistas por parte de muchos sectores y fuerzas. Ante la incapacidad de encontrar una salida, se precipitó la caída de Berenguer.

jueves, 20 de octubre de 2011

Las fuerzas dinásticas en la víspera de la República

Los partidos dinásticos del turno político del sistema de la Restauración, llevaban ya mucho tiempo divididos en fracciones vinculadas a distintos líderes. Durante la Dictadura de Primo de Rivera casi habían desaparecido. Muchos de sus cuadros habían ingresado en la Unión Patriótica, mientras que algunos destacados personajes habían sufrido la represión del régimen, como la padecida por Sánchez Guerra, Santiago Alba y el conde de Romanones.




Al terminar la Dictadura, los partidos conservador y liberal intentaron resurgir, y reconstruir su influencia electoral, basada en el caciquismo pero las circunstancias políticas eran adversas para resucitar viejas maquinarias políticas obsoletas. Por un lado, regresaron las viejas divisiones, acrecentadas, además por las distintas visiones que sus líderes políticos tenían sobre el período de transición y el futuro de la Monarquía. Destacados personajes del sistema político monárquico iniciaron un intenso debate sobre el futuro. Unos, siendo monárquicos, como Sánchez Guerra, criticaban abiertamente la actitud de Alfonso XIII, mientras que otros, como Ángel Ossorio, Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura, se declararon por la salida republicana. Por otro lado, las bases sociales del antiguo sistema de partidos estaban abandonando masivamente la causa monárquica. La clase media española estaba inclinándose, como hemos señalado en otros artículos de esta serie, por la República.



En este momento surgieron nuevas formaciones políticas. Destacaría el Bloque Constitucional, formado en marzo de 1930 por el Partido Reformista de Melquíades Álvarez y sectores liberales y conservadores afines a Sánchez Guerra, Burgos Mazo y Bergamín. Pero el Bloque era más bien una tertulia o grupo de opinión de políticos prestigiosos sin base social alguna, como un partido del pasado. El Bloque era monárquico pero crítico con la situación a la que el rey había llevado a la Monarquía, y no se encontraban muy lejos de los republicanos más moderados. Defendían la abdicación de Alfonso XIII, la exigencia de responsabilidades por la Dictadura y la convocatoria de unas Cortes Constituyentes.



En el otro extremo del grupo de fuerzas dinásticas estarían los herederos de la Unión Patriótica de Miguel Primo de Rivera. Esta formación se transformó en la Unión Monárquica Nacional, presidida por el conde de Guadalhorce. Entre sus líderes destacarían José Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera. Eran ultraconservadores y se empeñaron en defender la obra del dictador, además de ser muy críticos con el gobierno Berenguer. Querían una reforma constitucional en un sentido autoritario.



Más a la derecha estaría un grupo de formaciones de escaso peso: el Partido Nacionalista Español de Albiñana, el Partido Laborista de Eduardo Aunós, y la Juventud Monárquica Independiente de Eugenio Vegas Latapié.



Por último, estaría un sector más dinámico del sector político dinástico español. Nos referimos al Centro Constitucional, creado en marzo de 1931. Esta formación nació de la convergencia de la Lliga Regionalista, el Partido Maurista y de otros grupos regionalistas. El Centro Constitucional estuvo dirigido por Cambó y por Gabriel Maura. Defendía la monarquía parlamentaria, un programa político reformador y descentralizador. Podría haber sido una baza importante para el mantenimiento de la Monarquía pero llegaba muy tarde, apenas semanas antes del final de la misma.

martes, 18 de octubre de 2011

Anarquistas y comunistas en vísperas de la República

Los anarcosindicalistas de la CNT vivieron una dura etapa de represión y de clandestinidad durante la Dictadura y que les afectó de forma evidente. Los más activistas encontraron serias dificultades para la labor de los grupos de acción terrorista y su enfrentamiento con el sector más posibilista, encabezado por Ángel Pestaña, contribuía, además, al complicar el desarrollo de la central sindical.




La Federación Anarquista Ibérica o FAI nació en Valencia en 1927 mientras la CNT se hallaba ilegalizada, y para poder salvar la prohibición. Como indica su nombre, su ámbito incluía toda la Península, aunque, en principio, se le quiso dar una dimensión europea y americana a esta federación. Se trató de reunir todas las tendencias del anarquismo. La reunión de Valencia culminaba un proceso de reuniones previas en Barcelona, Francia y Portugal. En dicha reunión se integraron la Unión Anarquista Portuguesa, la Federación Nacional de Grupos Anarquistas de España y la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española en Francia. La FAI pretendía asegurar la hegemonía anarquista en la CNT, frente a la influencia de la minoría comunista y de los dirigentes sindicalistas reformistas más moderados. Se estableció la fórmula de la "trabazón", es decir el enlace entre la línea sindical y la de los específicamente anarquistas.



En el intenso período que va desde la caída de Primo de Rivera a la proclamación de la República, los anarcosindicalistas comenzaron a movilizarse. En febrero de 1930, la CNT seguía en la clandestinidad pero se celebró un pleno de regionales, que se pronunció por la colaboración con los republicanos aunque en términos un tanto ambiguos. Se basaba en la necesidad de que se convocaran unas Cortes Constituyentes, se afirmase la libertad sindical y se amnistiase a los presos políticos. Pestaña protagonizó un acto clave para que la CNT volviera a ser legal, al entrevistarse con el general Mola, director general de Seguridad. La legalización de la central sindical permitió el resurgimiento de la actividad anarcosindicalista. Pestaña, Juan Peiró y otros dirigentes movieron a la CNT hacia una cierta colaboración con los conspiradores republicanos. De forma paralela, se volvía a la estrategia de la huelga y la movilización. Pero en la CNT seguía siendo poderoso el sector contrario a la colaboración con los republicanos y a aceptar compromisos con fuerzas que no eran obreras. Por otra parte, los republicanos no se atrevieron a dar el paso de invitar a los anarcosindicalistas a la conjunción antimonárquica que se estaba formando, prefiriendo a los socialistas.



La situación de los comunistas era la de mayor debilidad en el seno de la izquierda obrera. El PCE no había tenido un desarrollo organizativo importante aún. En el año 1925 accedió a la Secretaría General José Bullejos, un verdadero estalinista, que impuso unas tesis muy dogmáticas y ultraizquierdistas, en plena época de clandestinidad. Esa estrategia debilitó aún más a la organización y la aisló. Pero, también es cierto, que en el seno del comunismo español estaba surgiendo una figura más activa y con más visión de futuro. Nos referimos a José Díaz, desde Sevilla.



Al terminar la Dictadura, la postura de los comunistas seguía marcada por las directrices de la Internacional Comunista. En la reunión clandestina celebrada en Bilbao, en marzo de 1930, se defendió la revolución social y el establecimiento de una República de soviets campesinos y obreros. Además, se negó cualquier posibilidad de colaborar con otras fuerzas políticas. Estas resoluciones aislaron, aún más, al PCE en el seno del heterogéneo mundo de fuerzas políticas y sociales de oposición al sistema. Una fórmula para ampliar sus bases y alcanzar una posición de mayor fuerza fue la de intentar ampliar su influencia en el mundo sindical. Para ello, crearon el Comité para la Reconstrucción de la CNT, pero los anarquistas presentaron una firme oposición a este Comité y, aquellos militantes comunistas de la central sindical, fueron expulsados.



Por fin, tenemos que aludir a Joaquín Maurín, que en el año 1920 llegó a la Secretaría del Comité Regional de la CNT. No consiguió sacar adelante su propuesta para que la CNT entrara en la III Internacional, por lo que decidió fundar unos Comités Sindicalistas Revolucionarios, en el año 1922 y en Bilbao. Dos años después, Maurín ingresó en el PCE. Se convirtió en un teórico dentro del partido. Moscú evitó que fuera expulsado en 1927 pero, al final, esta expulsión llegaría en 1931. Maurín decidió formar el Bloque Obrero Campesino (BOC), del que sería nombrado presidente. El Bloque nació en marzo de 1931, como resultado de una fusión entre el Partit Comunista Català de Jordi Arquer y la Federación Catalano-Balear del PCE de Maurín.



El BOC era una plataforma de propaganda mientras que la Federación Catalano-Balear, denominada, desde 1932, Federación Comunista Ibérica, y cuyo secretario general también era Maurín, era el grupo activo.

lunes, 17 de octubre de 2011

Los socialistas en vísperas de la República

Los socialistas –PSOE y UGT- vivieron un intensísimo debate en relación con su posición hacia la Dictadura de Primo de Rivera. Parecía lógico que no se hubiera combatido por la defensa de la normalidad constitucional del sistema de la Restauración, incapaz de democratizarse y de atender las demandas obreras, pero otra cuestión era colaborar con una dictadura. Pero la situación de los socialistas en los años veinte era compleja. Sufrieron la escisión comunista y, aunque fuertemente reprimido, el anarcosindicalismo había demostrado su fuerza y primacía en el movimiento obrero. La colaboración que brindaba Primo de Rivera podía ser una oportunidad para reforzar a la UGT y al PSOE, aún a riesgo de contribuir a la legitimación del régimen.
Pero en el seno del socialismo español no había una postura unánime sobre esta colaboración. Existirían dos grandes corrientes, siguiendo a Santos Juliá. Por un lado, estarían los corporativistas y, por otro, los reformistas políticos. Los primeros eran mayoría y defendían la necesidad de reforzar las organizaciones socialistas, en línea con lo que hemos expresado. Pero dentro de este grupo habría dos tendencias. Los sindicalistas pragmáticos, con Largo Caballero a la cabeza y un grupo donde destacaban Andrés Saborit, Manuel Llaneza y Manuel Cordero, pretendían con esta colaboración con la Dictadura alcanzar mejoras laborales y sociales para los trabajadores. Por eso, entraron a formar parte de las instituciones corporativistas del régimen dedicadas a la mediación laboral y al control económico. El propio Largo fue miembro del Consejo de Estado. Otro sector, el más marxista, teniendo a Julián Besteiro como principal defensor, deseaba la colaboración política con la Dictadura como medio de ahondar en las contradicciones del sistema político y económico con el fin de acelerar el proceso revolucionario que implantaría el socialismo.
Frente a estas dos posturas de colaboración, los reformistas políticos, el sector más moderado del PSOE de Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos coincidía más con los republicanos en su oposición tajante a la Dictadura que con las posturas obreristas. Este grupo buscaba la implantación de una verdadera democracia y un sistema de libertades, conectando con la pequeña burguesía. De hecho, Indalecio Prieto estaría en la formación del Pacto de San Sebastián.
Al caer Primo de Rivera, los socialistas superaron el debate y se encaminaron hacia posturas antimonárquicas tajantes. En esta labor se empeñó Indalecio Prieto aunque no desapareció la desconfianza de muchos socialistas hacia los republicanos y el temor a las tácticas conspirativas. Estadivisión de opinión se mantendrá en la Segunda República. Pero las circunstancias que rodearon al gobierno de Berenguer terminaron por inclinar al PSOE hacia las posturas políticas de Prieto, aceptando la participación en el proceso que llevó a la proclamación de la República.

domingo, 16 de octubre de 2011

sábado, 15 de octubre de 2011

El republicanismo en vísperas de la República

El republicanismo español llegó al año 1930 dividido en distintas formaciones y grupos de opinión. Pero, bien es cierto, que, a pesar de esta desunión organizativa sí se habían establecido, en tiempos de la Dictadura de Primo de Rivera, una serie de lazos importantes. Esas conexiones serán fundamentales para conseguir movilizar a distintos apoyos sociales en este momento crucial para la causa republicana.
En el año 1926 vemos formarse la Alianza Republicana, punto de conexión entre el republicanismo histórico y el nuevo. En la plataforma política de la Alianza se integraba el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux. El Partido se fundó en un acto celebrado el día 6 de enero de 1908 en el Teatro Principal de Santander. Un grupo de republicanos federales de la ciudad había animado a Alejandro Lerroux a que creara una nueva formación política republicana. Lerroux presentó en el acto de fundación el programa político del nuevo partido, aunque era muy vago. Defendió una estructura federal para España, que era necesaria la religión católica pero no las órdenes religiosas y el partido quería representar al pueblo pero no quedaba muy claro que se entendía por tal. La ideología del Partido Republicano Radical se basaba en un encendido discurso anticlerical más demagógico que real, la defensa del republicanismo y un encendido anticatalanismo. Al poco tiempo de la creación del partido, su fundador tuvo que marcharse de España para no tener que ingresar en prisión a causa de un delito de imprenta. Mientras estuvo fuera la formación política fue dirigida por Sol y Ortega, Hermenegildo Giner de los Ríos y Emiliano Iglesias. Lerroux regresó al ser elegido diputado, junto con Sol y con Giner.
A pesar de la ambigüedad del discurso político de Lerroux y de su formación, así como ante los hechos de la Semana Trágica de 1909, el Partido obtuvo la mayoría en el Ayuntamiento de Barcelona en las elecciones de 1910. Pero en ese momento, el Partido Republicano Radical entra en crisis por una conjunción de factores: la corrupción de algunos dirigentes, el auge del catalanismo de izquierdas y del anarcosindicalismo, que le enajenaron gran parte del apoyo popular en Cataluña, donde años atrás Lerroux había sido “el emperador del Paralelo”. De ahí que, Lerroux quisiera extender más el partido por toda España con especial interés en Madrid, Valencia y Aragón. En 1917, Lerroux y el Partido participaron en la Asamblea de Parlamentarios y desde entonces hasta la Dictadura de Primo de Rivera, los radicales pretendieron aglutinar la oposición republicana española pero con un éxito muy escaso o relativo. Al terminar la Dictadura de Primo de Rivera, el Partido resucitó pero más escorado hacia la posturas conservadoras. En el transcurso del tiempo el discurso demagógico, anticlerical y populista se desterró, encontrando su base social en cierta burguesía media industrial y comerciante.
En la Alianza estaba, también, integrado el Partido Republicano Federal, representante del republicanismo histórico, pero que tenía escaso peso político y terminó por abandonar la Alianza.
El ala izquierda de la Alianza estaba representada por el Grupo de Acción Republicana. No se trataba de un partido estructurado sino de una especie de punto de encuentro entre diversas tendencias republicanas y que buscaba algún tipo de acuerdo o colaboración con las organizaciones obreras. En el Grupo destacaba, sin lugar a dudas, la figura de Manuel Azaña, destacado intelectual y escritor ya en aquella época. Pero no era la única figura, ya que estaban José Giral, Enrique Martí Jara, Luis Jiménez de Asúa y Ramón Pérez de Ayala. Otros importantes colaboradores fueron: Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Gregorio Marañón y Vicente Blasco Ibáñez. En este Grupo se integraba, además, una parte fundamental del republicanismo catalán del momento: el Partit Republicà Català de Francesc Layret, Marcelino Domingo y Lluís Companys.
Era evidente que, aunque los republicanos partían de un origen social bastante parecido, es decir de la clase media, pequeña o media burguesía, sus planteamientos ideológicos eran muy diferentes. Pensemos en el anticatalanismo de Lerroux frente al catalanismo de izquierdas del Partit Republicà Català, por ejemplo, o en las posturas conservadoras del primero frente a la defensa de la colaboración con fuerzas políticas y sociales obreras de muchos de los integrantes del Grupo de Acción Republicana. Además, había diferencias en cuanto a la estrategia política a seguir. Un sector pretendía traer la República a través de la acción política buscando la movilización social, frente a otro que fundaba sus esperanzas republicanas en el fomento de actividades conspirativas en conexión con elementos militares.
Toda esta disparidad terminó por estallar y en diciembre de 1929, en plena crisis de la Dictadura de Primo de Rivera, los integrantes más a la izquierda de la Alianza constituyeron una nueva formación política al margen, el Partido Radical Socialista. Sus principales integrantes fueron Marcelino Domingo, Ángel Galarza, Álvaro de Albornoz y Félix Gordón Ordax.
El año 1930 será clave para el republicanismo español. La creación del Partido Radical Socialista motivó a Acción Republicana a convertirse en partido político pero sin abandonar la Alianza. Por otro lado, el abandono de las filas monárquicas de algunos políticos propició la creación de la Derecha Liberal Republicana con Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura como principales figuras políticas. Su ideario defendía una república moderada en lo político, social y, especialmente, en cuestiones religiosas.
El republicanismo catalán terminó por formar su propio sistema político. En el período previo a la proclamación de la Segunda República había cuatro formaciones. En primer lugar, estaría el ya citado Partit Republicà Català, fundado en 1917 por la fusión del Bloc Republicà Autonomista de Francesc Layret, Marcelino Domingo, G. Alomar, A. Samblancat, R. Noguer con la Joventut Republicana de Lleida de Alfred Perenya y de Humbert Torres. También, se integraron en la nueva formación la mayoría de las entidades de la UFNR, antiguos miembros del Partido Reformista (Lluís Companys, Bernaldo de Quirós) y el núcleo federal ampurdanés de August Pi i Sunyer. El secretario general del Partit sería el abogado Ramon Noguer i Comet. El programa de la formación política recogía el programa federal de Pi i Margall de 1894, el laicismo y un reformismo social de izquierdas. Hasta 1920, el Partit fue muy activo con conexiones con el obrerismo catalán pero manteniendo su ideario catalanista. En 1918, obtuvo representación parlamentaria formando parte de la Coalición de Izquierdas. Sus seis diputados: Domingo, Pi i Sunyer, Salvador Albert, Isidre Riu y Joan Esplugues se destacaron en la discusión del proyecto de autonomía de ese año. El radicalismo del grupo provocará la primera ruptura al final de 1919 cuando Layret y Companys proponen incorporar al partido a la III Internacional. Esta iniciativa deriva en que destacados militantes se desmarquen, como Pi i Sunyer y Noguer i Comet. Pero la crisis del partido está más relacionada con la represión que en los años veinte en Cataluña: Lluís Companys es deportado a Mahón y Francesc Layret es asesinado a manos de pistoleros. En 1930, Companys conduce el partido hacia el grupo de “L’Opinió”, mientras que Marcelino Domingo opta por integrarse en el Partido Republicano Radical Socialista.
Después, nos encontraríamos con Acció Catalana. Se trataba de un partido político fundado en Barcelona en junio de 1922 como resultado de la convocatoria de la Conferència Nacional Catalana por parte de la Joventut Nacionalista de la Lliga Regionalista. La formación tenía una ideología liberal y nacionalista crítica con el posibilismo de la Lliga. Quería aglutinar al catalanismo no separatista. Como principales dirigentes estarían Jaume Bofill i Mates, Lluís Nicolau d’Olwer, Antoni Rovira i Virgili, Ramon d’Abadal, Manuel Raventós, Carles Jordà y Leandre Cervera. Durante la Dictadura de Primo de Rivera continuó actuando a través de sus órganos de expresión: el diario “La Publicitat” y la revista “Acció Catalana”. En 1928, un sector del partido, encabezado por Rovira i Virgili, Cervera y Macià Mallol se separaron de la formación por la indefinición acerca del republicanismo. Así pues, fundaron Acció Republicana de Catalunya. Al terminar la Dictadura, tanto la Acció Catalana , como la Acció Republicana participaron en el Pacto de San Sebastián. Este hecho favoreció la aproximación de ambas formaciones, terminando por fusionarse en el Partit Catalanista Republicà que, en 1933, pasó a ser Acció Catalana Republicana.
Aún más a la izquierda y defendiendo posturas independentistas se encontraría Estat Català de Francesc Macià. Estat Català se crea el 18 de julio de 1922. Tenía su origen en la Federació Democràtica Nacionalista que el propio Macià había impulsado unos años antes. El objetivo principal de la nueva formación sería la proclamación de la República Catalana. Su órgano de expresión sería “Estat Català”, donde Macià, Domènech Soler, Lluís Marsans, Daniel Cardona, Manuel Pagès y otros comenzaron a divulgar las ideas independentistas republicanas. Macià estaba convencido de la necesidad de colaborar con otras fuerzas políticas republicanas, por lo que intenta la fusión con el Partit Republicà Català en febrero de 1923 pero los miembros más radicales de Estat lo impiden porque consideraban “españolistas” a Marcelino Domingo y a Lluís Companys, los principales dirigentes del Partit Republicà. Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera, Macià tiene que exiliarse y se dedica a impulsar la solidaridad internacional con la causa republicana. Estat se integra en el Comitè Revolucionari de París en 1925. Al poco tiempo, Macià y su secretario, Carner i Ribalta, marchan a Moscú (otoño de 1925) para exponer a los miembros del Komintern y a Zinoviev los detalles de la insurrección que llevaría la revolución a Cataluña y a España. El fracaso del Comitè y de las gestiones en la URSS determinarán que Estat se embarque en la invasión fallida de Prats de Mollò en noviembre de 1926. Macià decide proseguir su periplo divulgador del catalanismo por el mundo. Con Ventura i Gassol participan en una asamblea separatista en La Habana en octubre de 1928 y en la fundación del Partit Separatista Revolucionari de Catalunya. En la época de la Dictadura el Estat se desarrollará con una filosofía política más flexible, que facilitará los contactos con los republicanos y anarcosindicalistas. Es un momento en el que Estat Català asimila ideas socialistas provenientes de la USC, como otras relacionadas con la propaganda por el hecho de signo anarquista. En este sentido, el grupo disidente “Bandera Negra” organizará el complot del Garraf en junio de 1925. Lo que primaba era la destrucción de la Monarquía española, lo que explica estas relaciones, a pesar de ser, realmente, muy distintas entre sí y contradictorias. Se pretendía la revolución, de signo separatista, contra el estado central y que terminaría por estallar en la propia España. Como consecuencia de este evidente posibilismo, Jaume Aiguader participará en la firma del Pacto de San Sebastián, en agosto de 1930.
En el año 1930, estas formaciones políticas catalanas iniciaron contactos influidos por las expectativas de cambio político y por la colaboración con el republicanismo español estatal. En febrero de 1931, Acció Catalana y Acció Republicana de Catalunya se reunificaron en el Partit Catalanista Republicà. En marzo, Estat formaba con el Partit Catalanista Republicà, el Partit Republicà Català y el semanario nacionalista “L’Opinió”, la Esquerra Republicana de Catalunya. Sus principales dirigentes fueron Macià y Companys.

viernes, 14 de octubre de 2011

El Congreso de Suresnes en Radio París

En la página del proyecto "Devuélveme la Voz (Radio París)" podemos escuchar un archivo sonoro sobre el decisivo congreso para el PSOE y la transición española, celebrado en el suburbio parisino de Suresnes en 1974:




http://devuelvemelavoz.ua.es/devuelveme-voz/visor.php?fichero=10453.mp3

miércoles, 12 de octubre de 2011

Historia del socialismo en Vallecas

Mario Nuño Sevilla ha escrito un artículo sobre la historia del socialismo en el Puente de Vallecas con el siguiente título:
LA CASA DEL PUEBLO

APUNTES PARA UNA INTRAHISTORIA SOCIALISTA DEL PUENTE DE VALLECAS
El enlace:

El gobierno de la anarquía

El gobierno de la anarquía es el título de un libro de Juan Pablo Calero Delso, en Síntesis.
Sinopsis:
En la primera semana de noviembre de 1936, con Madrid asediado y la República al borde del colapso, la CNT aceptó cuatro carteras ministeriales en un gobierno de mayoría sindical presidido por Francisco Largo Caballero, una participación institucional que se repitió en los últimos gabinetes de Juan Negrín.
¿Cuál era la situación, en el frente y en la retaguardia, cuando la CNT tomó esta decisión?, ¿fue voluntad de una minoría dirigente o contó con el respaldo de la mayoría del movimiento libertario?, ¿qué labor realizaron los anarquistas al frente de sus ministerios?, ¿ayudó a sostener el impulso revolucionario de julio de 1936 o debilitó la revolución social?
Más allá de rígidos esquemas ideológicos y de ideas preconcebidas, el libro trata de recrear el ambiente y comprender los motivos que llevaron a los anarquistas a integrarse en el gobierno republicano.
Juan Pablo Calero Delso es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid y profesor de Enseñanza Secundaria. Ha sido miembro del Consejo de Redacción de Germinal. Revista de estudios libertarios.
En:
http://www.sintesis.com/nuestro-ayer-90/el-gobierno-de-la-anarquia-libro-1574.html

martes, 11 de octubre de 2011

Herman Bang

Herman Bang (1857-1912) fue un destacado escritor danés que provocó con su obra y vida una intensa polémica, además de sufrir los embates de la difamación. Bang nació en el seno de una familia noble. Además de ser escritor ejerció de periodista y productor de teatro. Su obra fue extensa y hoy está considerado un escritor fundamental de las letras danesas. Comenzó en la corriente naturalista para ir pasando hacia el impresionismo literario y el decadentismo en su versión danesa. Bang fue duramente atacado por su homosexualidad, lo que provocó su aislamiento del universo literario de su país, aunque Ibsen y Jonas Lie le admiraron. Sus obras más importantes son Faedra (1883) y Tine (1889). Otra de sus novelas más destacadas es Mikaël (1906), ya que se trata de unas de las primeras obras donde la homosexualidad aparece de forma explícita. Gracias a la editorial Egales, especialidad en literatura gay, podemos leer la novela en castellano.




Bang fue un gran viajero por Europa dando conferencias y residiendo en diversos lugares, como Viena o Praga. Quizás su gran amor fue el actor alemán Max Eisfeld (1863-1935). Bang acabaría sus días en Utah. Está enterrado en el cementerio Vestre Kirkegard de Copenhague, en una tumba sin nombre pero identificable.

lunes, 10 de octubre de 2011

Febrero Republicano

Insertamos el enlace para poder leer un artículo que nos recuerda que en febrero se proclamó la I República y aconteció la victoria del Frente Popular:

Eliseo Cuadrao y la masonería

En el blog de las "Merindades en la Memoria" se está haciendo un esfuerzo para profundizar en el conocimiento de Eliseo Cuadrao, un republicano sumamente importante e interesante. Recientemente, se ha insertado el siguiente artículo:

LA MASONERÍA Y ELISEO CUADRAO

En:
http://lasmerindadesenlamemoria.wordpress.com/2011/09/14/la-masoneria-y-eliseo-cuadrao/

viernes, 7 de octubre de 2011

Eliseo Cuadrao

Sobre la figura de este destacado político republicano, diputado, alcalde de Villarcayo, además de otras responsabilidades y actividades -sin olvidar que fue asesinado por una saca de los sublevados- podemos leer el siguiente artículo:

jueves, 6 de octubre de 2011

Aquilino Barrachina

Aquilino Barrachina Ortiz nació en Anna (Valencia) en 1882. De profesión contable, estudióa distancia por la Escuela Práctica de Comercio de Madrid. De joven emigró a los Estados Unidos, regresando en los años veinte. Decidió instalarse en la localidad alicantina de Pego. Sabemos que en 1927 militaba en la Sociedad de Trabajadores y Oficios Varios, de la que, año siguiente, fue elegido secretario. Barrachina se implicó para que esta sociedad se integrara en la UGT en el año 1932. También militó en el PSOE en la Agrupación Socialista de Pego.
Fue elegido concejal de Pego en las elecciones municipales de 1931 y en el año 1932 fue elegido alcalde de la localidad, pero en 1934 fue detenido y encarcelado en Alcoy en el año 1934, además de perder su condición de alcalde. Tras el triunfo electoral del Frente Popular recuperó su cargo de alcalde.
Aquilino dejó, como edil, una biblioteca pública y la red del agua potable. Además, en la guerra civil, consiguió conservar el archivo municipal. Pero su protagonismo en la guerra fue otro. Ante la falta de moneda, algunos municipios de la República imprimieron moneda para facilitar los intercambios. Barrachina avaló la emisión de moneda de Pego con su firma.
Al terminar la guerra fue detenido en el puerto de Alicante. Pasó por el campo de Albatera y la prisión de Orihuela hasta que fue conducido a Pego. En septiembre de 1939 es trasladado a Denia para ser juzgado en un consejo de guerra. Se le condenó a muerte. En diciembre es conducido al Reformatorio de Adultos de Alicante donde espera el cumplimiento de la sentencia. Fue ejecutado en Alicante el 6 de septiembre de 1940.
Bibliografía:
Diccionario biográfico de políticos valencianos…, p. 72; J. M. ALMELA COTS. Aquilino Barrachina Ortiz (Anna 1882-Alacant 1940), Alcalde socialista de Pego afusellat en 1940. – En: Una presó amb vistes al mar. –Alacant : Tres i Quatre, 2008.
Joan Miquel Almela, Aquilino Barrachina Ortiz (1882-1940). El calvari d’un alcalde socialista.
Enlaces:

miércoles, 5 de octubre de 2011

Diario de una Bandera

Diario de una Bandera es el título de un relato de memorias escrito por Franco sobre sus experiencias en la guerra de Marruecos, como comandante del Primer Batallón de la Legión. Fue publicado en Madrid en el año 1922 y contiene un prólogo de Millán Astray.
El texto abarca desde el año 1920 hasta abril de 1922. Relata aspectos de la vida militar y de operaciones militares. Está redactado en un lenguaje sobrio, muy castrense. Para el historiador Juan Pablo Fusi, en su biografía de Franco, no sería un libro político porque no se encuentran las ideas y obsesiones que luego cultivó a lo largo de toda su vida en torno al contubernio judeo-masónico y comunista. Aún así, se trataría de un documento de cierta importancia porque en él se puede rastrear su mentalidad en torno al patriotismo, los valores militares y la defensa o justificación de la guerra en Marruecos. El fracaso de España estaría para el futuro dictador, siempre según la interpretación de Fusi, en la pérdida de esos valores patrióticos, castrenses y de heroísmo.

martes, 4 de octubre de 2011

El adoctrinamiento de los jóvenes en el nazismo

“Estos niños y niñas ingresan a nuestras organizaciones [a los] diez años, y a menudo por primera vez respiran aire fresco. Después de cuatro años de estar en la categoría Jóvenes pasan a la Juventud Hitleriana, donde permanecen cuatro años más... Y aunque aún no son nacionalsocialistas completos, pasan al Servicio de Trabajo y son preparados durante otros seis o siete meses... Y si les llega a quedar algún rastro de conciencia de clase o estatus social... las Wehrmacht [Fuerzas Armadas alemanas] se encargarán de que desaparezca”.
--Adolf Hitler (1938)


En la página web del United Holocaust Memorial Museum podemos leer un interesante artículo sobre el adoctrinamiento de los jóvenes bajo el nazismo:

http://www.ushmm.org/wlc/es/article.php?ModuleId=10007833

lunes, 3 de octubre de 2011

El encuadramiento juvenil en el franquismo

Uno de los elementos más importantes para el fascismo fue el encuadramiento de la población en diversas organizaciones, especialmente, la juventud, con fines formativos ideológicos. En este blog hemos dedicado especial atención a ese encuadramiento en el caso del fascismo italiano. Pues bien, nos quedaba por hacer un estudio monográfico del caso español en la época franquista, responsabilidad del falangismo oficial.
El Frente de Juventudes se creó por una ley de diciembre de 1940 con el fin de organizar a la juventud española dentro de FET y de las JONS para inculcarle los valores dominantes en la España franquista: nacionalcatolicismo, exaltación de la patria y defensa del orden establecido por la victoria nacional en la guerra. Nació con vocación de obligatoriedad pero conviene matizar. El SEU –el sindicato único universitario- pasó a pertenecer al Frente de Juventudes en 1941. Tres años después, la pertenencia al SEU pasó a ser obligatoria, incluyendo el pago de las cuotas económicas establecidas. Pero, aunque los estudiantes de primaria y secundaria también estaban adscritos al Frente de Juventudes, no estaban obligados a ninguna contribución. Los afiliados al Frente de Juventudes eran los “flechas”.
Dentro del Frente de Juventudes estarían las Falanges Juveniles de Franco, cuya adscripción era voluntaria. Esta activa organización solía participar en las manifestaciones organizadas por el régimen como demostración de su importancia y para exaltación del dictador. Fue muy sonada la manifestación organizada como protesta por la ocupación británica de Gibraltar porque se desató cierta violencia, con pintadas a favor de la toma del Peñón por parte de las Falanges Juveniles a una orden de Franco, quema de banderas británicas y hasta provocaciones delante de los almacenes de El Corte Inglés. Pero el régimen no estaba dispuesto a violencias no controladas y se terminó por frenar a las Falanges Juveniles. En 1960, el Frente de Juventudes desapareció para dar paso a la Organización Juvenil Española (OJE).
Estas organizaciones juveniles formaban parte de la Delegación de Juventud de la Secretaría General del Movimiento. Dentro de la Delegación se encontraba el Instituto de la Juventud, del que dependía la Academia Nacional “José Antonio”, dedicada a la formación de profesores en el denominado “espíritu nacional”, es decir, educación político-social, educación física y formación de dirigentes juveniles. Popularmente, era conocida como la Escuela de Mandos. La Delegación formaba a los profesores que en el Bachillerato y en la Universidad impartían la asignatura de “Formación del Espíritu Nacional”. Además, la Delegación contaba con dos escuelas preparatorias para el ingreso en las academias militares. Tenía la Cadena Azul de Radiodifusión o CAR, con hasta 59 emisoras, la editorial “Doncel” y la “Revista del Instituto de la Juventud”.
Las actividades más importantes de las organizaciones juveniles franquistas fueron los famosos campamentos de verano y las prácticas deportivas y de montañismo. Los campamentos estaban organizados por falangistas y con la presencia fundamental de capellanes. En esos campamentos se pretendía templar a los jóvenes en el espíritu militar, enseñar fundamentos ideológicos (formación del espíritu nacional), la práctica del considerado como ocio sano, así como de los deportes, sin olvidar la formación religiosa.
A estos campamentos del Frente de Juventudes y de la OJE no sólo acudieron los hijos de las familias del régimen. Muchos chicos de familias sin adscripción política estuvieron en estos campamentos como una alternativa a la falta de vacaciones.
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Nos hemos basado para redactar este artículo en el libro de J. Bardavío y J. Sinova, Todo Franco, Barcelona, 2000.

domingo, 2 de octubre de 2011

SEU

El Sindicato Español Universitario (SEU) comenzó a gestarse en octubre de 1933 casi al mismo tiempo que Falange, aunque sus primeros estatutos no se aprobaron hasta abril del año siguiente. Aún así comenzó a funcionar con mucha actividad. Se organizó en delegados de curso que formaban una cámara de facultad o escuela. El conjunto de cámaras darían lugar a la cámara sindical provincial. La junta ejecutiva estaba integrada por los tres presidentes más antiguos de cámaras de facultad. En abril de 1935 se celebró su I Congreso Nacional.
El 9 de febrero de 1934 uno de sus afiliados, Matías Montero, cae muerto a tiros en Madrid por grupos de izquierda cuando vendía el períodico "FE". Esa fecha pasará al calendario oficial franquista como el "día del estudiante caído". El SEU participó activamente en enfrentamientos con la FUE en la Universidad española, llevando el peso, en Falange, de la lucha violenta en los últimos tiempos de la República. Cuando se formó el Frente Popular, los miembros del SEU intentaron crear un Frente Nacional Universitario pero la detención de José Antonio Primo de Rivera y de la Junta Política de Falange impidió que cuajara el proyecto.
En la guerra civil, el SEU fue refundado por un Decreto del año 1937, por orden de Franco, aprobándose nuevos estatutos, vigentes hasta 1958. El SEU se convirtió en el único sindicato estudiantil, al integrar a la Asociación de Estudiantes Tradicionalsitas (AET) y la Confederación de Estudiantes Católicos. No olvidemos que este decreto se enmarca dentro del proceso de unificación política que culminó con la creación de la FET y de las JONS. Durante la guerra el jefe nacional del SEU sería Heliodoro Fernández Canepa.
En 1941 el SEU pasa a formar parte del Frente de Juventudes, como vimos en otro artículo de este blog. El jefe del SEU será Carlos Marís Rodríguez de Valcárcel. Su afiliación se convirtió en obligatoria a raíz de la Ley de Ordenación Universitaria de 1943. El SEU buscaba seleccionar una élite de jóvenes políticos y profesionales, en consonancia con el objetivo de la Universidad franquista para nutrir y renovar los cuadros dirigentes del régimen. Pero este objetivo era el mismo que perseguía la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y, también el Opus Dei. Estas organizaciones vinculadas a la Iglesia terminaron por tener mucho más éxito en esta empresa, especialmente a medida que fue evolucionando el régimen.
En el año 1956 se producen unas graves protestas universitarias que, como es bien sabido, provocaron destituciones y una crisis ministerial. Pero el gobierno no cambió su política hacia el SEU a pesar del creciente malestar universitario hacia el sindicato único. Pero, al menos, dos años después, se permitió que los delegados facultad fueran electivos. Era un avance aperturista aunque la presión del sistema era muy fuerte para que siempre salieran elegidos los delegados que se deseaban. Aún así, hubo algunas excepciones.
En 1962, con Rodolfo Martín Villa como jefe nacional, fue convocado el IV Congreso del sindicato. Las conclusiones del Congreso fueron novedosas al abrir las elecciones a más sectores universitarios, además de otras apuestas aperturistas, pero el gobierno cercenó este aperturismo. En 1964, el nuevo jefe del sindicato, Daniel Regalado, pronunció un discurso que calientó los ánimos y que provocó su cese. Como vemos, en los años sesenta el SEU entró en una irremediable crisis, fruto del anquilosamiento de un sindicato único al que no se le permitía adaptarse a la nueva realidad estudiantil española, que terminó por desbordarlo. Un decreto del 5 de abril de 1965 creó las Asociaciones Profesionales de Estudiantes (APE), que aunque integradas en el SEU, en realidad, venían a sustituirlo. El SEU fue enterrado en 1970.
En la Transición hubo intentos de sectores falangistas de reavivar, sin éxito, el SEU.

sábado, 1 de octubre de 2011

Federación Universitaria Escolar

La Federación Universitaria Escolar, conocida como la FUE, así como su expresión nacional, la Unión Federal de Estudiantes Hispanos (UFEH) fueron unas organizaciones universitarias y escolares españolas que aparecieron en la etapa final de la Dictadura de Primo de Rivera, y adquirieron un protagonismo clave en su crisis, en el advenimiento de la II República española y como modelo para el movimiento estudiantil antifranquista de los años sesenta. Su importancia es clave, además, en la historia universitaria española por los logros que consiguieron en relación con la participación democrática de los estudiantes en la Universidad y en el fomento de la cultura entre el pueblo. Representaron una alternativa laica frente a las asociaciones confesionales, como la Confederación de Estudiantes Católicos de España, así como ante las de signo tradicionalista y, posteriormente, falangista.
Los precedentes de la FUE deben buscarse en las asociaciones estudiantiles de tendencia liberal de principios del siglo XX, como la Unión Escolar, asociación fundada por Filiberto Villalobos. El precedente más directo sería la Unión Liberal de Estudiantes (ULE), creada en 1924. La ULE fue perseguida por la Dictadura, que nunca tuvo el apoyo de la Universidad. Esta persecución motivó que muchos estudiantes decidieran crear una asociación que no tuviera connotaciones políticas. Entre estos estudiantes destacaron Emilio González, José Dicenta, José Medina, Antonio María Sbert o Prudencio Sayagués. Transformaron las asociaciones profesionales que se habían creado por un decreto previo a la Dictadura, del año 1919 debido a César Silió, en otras más modernas y eficaces pero desde la neutralidad política y religiosa. Se entroncaba, de ese modo, con el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. La FUE se creó en el curso 1927-1927. Entre sus directivos de primera hora estarían, además de los estudiantes citados, Antolín Casares, Arturo Soria, José López Rey, Eduardo Carlos Gilabert y Carmen Caamaño.
En 1928 un comité a favor de la UFEH pidió la legalización de la organización federal, pero el gobierno se negó. Este hecho y un decreto del 29 de mayo de 1928 de Eduardo Callejo de la Cuesta provocaron que llegara a un punto máximo la tensión en la Universidad española. Los estudiantes se enfrentaron a la política educativa de la Dictadura. Uno de los puntos clave de la oposición estudiantil estaba en el rechazo a un artículo del decreto que favorecía a las universidades privadas de Deusto y El Escorial. Estallaron huelgas y disturbios, duramente reprimidos. Aún así, se consiguió la abolición de dicho decreto. Además, esta protesta fue uno de los factores que precipitó la caída de Miguel Primo de Rivera.
Por fin, en abril de 1930 la UFEH pudo celebrar su congreso constituyente. En julio el ministro de Instrucción, Elías Tormo, los aprobó. La UFEH, o las FUE se extendieron por todas las universidades españolas y contribuyeron a la llegada de la República a España. En la II República consiguieron la representación oficial de los estudiantes en los claustros universitarios, juntas de gobierno y consejo universitario. Su interés en esta época se centró, además, en participar en la reforma de la enseñanza y en el intento de que las clases populares accedieran a la cultura y la educación. En este sentido, se creó la Universidad Popular y se fomentó la extensión universitaria.
A partir de 1933, a la FUE le salió un oponente en la Universidad, el SEU, o Sindicato Español Universitario de la Falange. Ante este hecho, y el auge del fascismo, la FUE abandonó su primigenio carácter apolítico y neutral por una encendida defensa del antifascismo, comprometiéndose de forma activa en la defensa de la democracia y de los valores de la República Española. Al estallar la guerra civil optó por la defensa de la legalidad republicana y sus miembros lucharon en el frente o actuaron en la retaguardia en tareas educativas, culturales, asistenciales y sanitarias.
Al terminar la guerra, algunos afiliados se organizaron para establecer una FUE clandestina, aunque terminó por decaer entre los años 1946 y 1947. En el exilio continuó existiendo la FUE en París y en México.