Sañudo Pérez Santiago 30 años, labrador y ganadero, nacido en Villalázara, (Merindad de Montija) Hijo de Fernando y Manuela. Luchó en el Frente Norte, y a su caída, estuvo escondido en su casa de Edesa, como topo, hasta que le descubrieron y un vecino le denunció, fué detenido el 1 de Diciembre de 1937. Le llevaron al cuartel de Villasante, le intentaron aplicar la ley de fugas. Fué juzgado el 11-04-1938 y condenado a pena de muerte, que luego se conmutó en una pena de 12 años y 5.000 pts, por delito de “auxilio a la rebelión”. Cumplió 3 años de condena, desde el 3 de Diciembre de 1937 hasta el 3 de Diciembre de 1940 en diferentes cárceles de Santander ( Caballerizas del Palacio de la Magdalena, Sótanos de Tabacalera y el Colegio de los Salesianos ). Según los últimos datos recibidos del Ministerio del Interior, tras salir de la prisión, el 3 de Diciembre de 1940, estuvo cumpliendo “prisión atenuada en su domicilio” hasta el 29 de Enero de 1945, fecha en la que se da como “liquidada la condena”. Santiago, mientras estaba en el frente, arengaba con sus mítines a los soldados para que no decayeran y cuando él ingresó en prisión aprovechó para estudiar temas de derecho, matemáticas, geometría, álgebra… Cuando volvió de la cárcel, siguió cultivando su afición por el estudio y por la política, eran conocidas sus charlas y mítines, en su casa, a las personas que trabajaban con él en las labores del campo, a muchos de los cuales, que no sabían leer, intentaba enseñarles y les leía el periódico en alto, aprovechando para hacer de ello una labor de debate y discusión sobre diferentes temas. Incluso enseñaba a los Guardias Civiles que venían a “visitarle” habitualmente y que aprovechaban para matar el hambre en casa de Santiago, a la vez que “vigilaban su situación de prisión atenuada”. Santiago falleció el 9 de Abril de 1991, con la satisfacción de volver a vivir en democracia, ver la vuelta de Santiago Carrillo del exilio, acompañar al Lehendakari Leizaola en su llegada a Bilbao tras 43 años de exilio y haber vivido un gobierno socialista. Hasta bien mayor, siguió debatiendo las noticias diarias con su nieta, como una labor de inmersión en la cultura y de inculcar la afición por el debate con palabras y no con las armas ni el rencor.
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