El programa de la democracia cristiana tendría relación, lógicamente, con el Evangelio, y se situaría en el conjunto de ideologías del segmento de centro y/o derecha. Por un lado acepta la propiedad privada y el mercado por lo que, en este sentido entronca con el liberalismo, pero le separa de éste varias cuestiones:
1. El liberalismo tiende a la secularización de la sociedad, y la democracia cristiana defiende los principios cristianos.
2. Frente a un mercado como único regulador de las relaciones socieconómicas, la democracia cristiana defiende la existencia de un estado subsidiario que persiga la cohesión social, por lo que, en este aspecto puede entenderse mejor con la socialdemocracia, aunque en la cuestión religiosa no estén en el mismo universo.
Los partidos que se conformaron con ideología democristina se le conoció como "populares". Tuvieron éxito en los países donde se dio una división entre la burguesía laica y confesional, como es el caso paradigmático de la Italia de después de la guerra, o en países con pluralismo religioso, como en Holanda. El caso alemán, donde permanece con primacía la democracia cristiana, es distinto. Bajo dicha etiqueta poítica se agrupan los católicos y los protestantes, no en partidos separados.
Hoy en día, la democracia cristiana ya no se considera necesariamente confesional. En los países del Este tiene cierto empuje, así como en América Latina. En España hubo partidos en la Transición pero hoy esta corriente se integra en el Partido Popular, miembro de la Internacional Democristiana. El PNV y Unió son partidos democristianos, conviviendo con su nacionalismo
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