Uno de los primeros partidos que podríamos considerar de inspiración democristiana fue el Zentrum alemán, el partido católico conservador, que tuvo una larga vida entre 1871 y 1933. Nació al calor de las políticas anticatólicas del canciller Bismarck. Después, comenzó a ser un partido imprescindible en las coaliciones de gobierno del período de transición de un siglo al otro y, muy especialmente, en la República de Weimar. Los nazis disolvieron el partido. Al terminar la guerra, muchos de sus cuadros montaron la actual CDU.
En la época de Bismarck, el Zentrum (Zentrumpartei), y dirigido por Winddhorst era fuerte en Baviera, y en el Rin. Defendía un programa democristiano:
1. Intervención del estado a favor de los trabajadores.
2. Defensa de los católicos, frente al protestantismo del norte prusiano.
También defendía el federalismo y el parlamentarismo. Fue un partido que se organizó como de masas, como lo era el socialdemócrata, pero siempre estuvo dominado por una élite de aristócratas y de burgueses.
La Alemania de Bismarck tenía un problema religioso. El 60% de la población era protestante, aunque en el sur bávaro y en la zona de la Renania eran mayoritarios, teniendo cierta fuerza en Baden, Silesia y Posnania. Recordemos que el Sacro Imperio Germánico quedó dividido después de la Paz de Westfalia en el año 1648, tratado por el que termina la Guerra de los Treinta Años, entre católicos y protestantes, muerto ya el ideal del emperador Carlos.
Las dos confesionalidades que hoy no suponen ninguna dificultad o enfrentamiento, ya que de hecho la democracia cristiana alemana aglutina a ambas confesiones, sí generaron conflictos en la Alemania del último cuarto del siglo XIX. El Kulturkampf, movimiento cultural protestante, supuso un enfrentamiento con la jerarquía católica. Kulturkampf es en alemán, lucha de culturas. Este conflicto fue protagonizado por el canciller Bismarck durante muchos años, desde el nacimiento del Imperio hasta el año 1887. Bismarck estaba alarmado por los decretos emanados del Vaticano por los cuales la Iglesia tenía un derecho anterior al del Estado a la obediencia de los ciudadanos, es decir, lo que se conoce como ultramontanismo. También se preocupó por la creación del Zentrum que se hizo fuerte en los estados y zonas católicos, con un marcado carácter antiprusiano, y se interpreta, además, que su catolicismo debilitaba los vínculos con el recién creado Imperio, establecido y regido bajo la batuta de Prusia. Es, entonces, cuando el canciller de hierro reacciona con la promulgación de las Leyes Falk, por las cuales la Iglesia tenía que someterse al Estado. El Vaticano intervino ante el gobierno alemán y, después de una serie de negociaciones se llegó al acuerdo en 1887 de restablecer los derechos de los católicos, mientras éstos terminaban por vincularse, claramente, con el Imperio.
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