miércoles, 14 de abril de 2010

Absolutismo. El Despotismo Ilustrado

La última versión del absolutismo fue la que se dio en la época ilustrada en el siglo XVIII. Se trata del Despotismo Ilustrado, un absolutismo que pretende realizar una serie de reformas en los estados recogiendo parte de las ideas y principios de la Ilustración. La definición de "despotismo ilustrado" nació en el siglo XIX en Alemania, y se refería a la última etapa del absolutismo monárquico en relación con Federico II de Prusia. Los historiadores alemanes decimonónicos hablaban de tres absolutismos, de tres etapas: el absolutismo "confesional" ejemplificado por Felipe II, el absolutismo de "corte" de Luis XIV, y el despotismo ilustrado de Federico.

Los ilustrados, en general, consideraban el término despotismo como algo peyorativo, igual a una tiranía pero, un sector, el más moderado, defendió la figura de un déspota ilutrado que pudiera llevar a cabo las reformas necesarias. Así pues, esos ilustrados deseaban influir en los monarcas para que se dedicaran a fomentar el bienestar general, tanto material como moral de sus súbditos, recogiendo el pensamiento ilustrado.

En el siglo XX, el término del despotismo ilustrado comenzó a hacer fortuna entre los historiadores, pero ya para referirse a un fenómeno más allá de Alemania. Habría otros déspotas ilustrados, como Catalina II de Rusia, María Teresa de Austria, José II de Austria, Maximiliano III de Baviera, Gustavo III de Suecia o Carlos III de España. Pero donde hay más debate entre los historiadores es en el peso que las ideas ilustradas tuvieron en unos y otros, en las política reformistas. Para unos esas ideas fueron el pilar de las reformas, mientras que para otros la Ilustración fue usada por los monarcas como algo puramente instrumental para fortalecer su poder.

Las principales características del despotismo ilustrado son las siguientes:

1. Conseguir un sistema político y administrativo centralizado.
2. Reforzamiento y modernización de los ejércitos y de la marina.
3. Regalismo, es decir intervención en los asuntos religiosos.
4. Reformas económicas: supresión de trabas al libre comercio, dignificación de oficios, nueva fiscalidad más racional, fomento de la agricultura, y de las manufacturas.
5. Política de beneficiencia.
6. Fomento de la educación en todos los niveles.

Bien es cierto que todas estas reformas no trastocaron los pilares sobre los que se asentaba la sociedad estamental y el Antiguo Régimen. Por muchas críticas que hicieran los ilustrados a la irracionalidad del orden social y económico, ni el uno ni el otro sufrieron transformaciones profundas. Estos cambios solamente se pudieron hacer cuando estalló el ciclo revolucionario. Es más, muchos de los cambios se frenaron en los distintos estados europeos cuando la mecha de la Revolución Francesa se prendió.

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