Desde el final de la Primera Internacional hasta la Primera Guerra Mundial se asiste a un período en el que se multiplican y consolidan los partidos socialistas de orientación marxista, en toda Europa.
En 1875 se fusionaron dos organizaciones obreras alemanas en el Congreso de Gotha y nació el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). Sus principales líderes fueron F. Lasalle y K. Liebknecht. A los dos años, este partido contaba ya con medio millón de votos, alcanzando doce escaños en el Reichstag, el parlamento alemán. En 1890 obtuvo 35 escaños. Pero los socialistas alemanes se negaron durante todo este período a participar en los gobiernos, aunque en vísperas del estallido de la guerra su peso era tal en el parlamento (110 diputados) que consiguieron la aprobación de una legislación social muy avanzada, pudiéndose considerar el precedente del futuro estado del bienestar. Además, el SPD creó una extensa red de asociaciones, cooperativas, casas del pueblo, centros culturales, etc., una especie de sociedad alternativa en la que se gestó y desarrolló una verdadera cultura obrera.
En 1879, un grupo de marxistas españoles, liderados por el tipógrafo Pablo Iglesias, fundaron en Madrid el Partido Socialista Obrero Español(PSOE). En esos años se crearon otros partidos: el Partido de los Trabajadores Socialistas en Francia, el Partido Socialdemócrata Danés, el Partido Socialdemócrata Holandés, el Partido Obrero Belga, el Partido Socialista Sueco, el Partido Obrero Socialdemócrata Austriaco, etc..
En 1893 se fundó en Gran Bretaña el Independent Labour Party, y, en 1900, el Partido Laborista, que unía diversos grupos y tendencias socialistas y sindicalistas. Este partido tuvo un vertiginoso crecimiento, ya que ocho años después de su fundación, contaba con millón y medio de militantes.
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