Sin lugar a dudas, las revoluciones
liberales mejoraron, en principio, la situación de los judíos al proclamar la
igualdad ante la ley. En los países donde se establecieron sólidos estados
liberales los judíos adquirieron la condición de ciudadanos. En el caso
británico la influencia de la Iglesia Anglicana impidió que los judíos
adquirieran la ciudadanía plena hasta el año 1866. En Alemania la
discriminación hacia los judíos duró más tiempo aún, provocando que una parte
de los judíos decidiera apostatar para poder integrarse de pleno derecho en la
sociedad o que emigraran hacia Estados Unidos.
La situación más dura fue la que vivieron
los judíos en Rusia donde el antisemitismo era más acusado, es decir, el odio y
la actitud discriminatoria hacia los judíos. En el imperio ruso había leyes
contra ellos y se toleraron matanzas y persecuciones –los pogromos- de judíos.
La persecución fue aún más violenta con la subida al trono de Alejandro III.
Esta situación motivó una emigración
masiva de judíos rusos y polacos hacia Estados Unidos.
La terrible situación de los judíos en la Europa Oriental
fue el contexto que provocó el surgimiento del movimiento sionista, que
propugnaba la vuelta a Sión (Jerusalén) en Palestina, y al que dedicaremos un
artículo monográfico.
Por otro lado, en el seno de la comunidad
judía occidental surgieron fuertes tensiones en el siglo XIX. La nueva
situación de los judíos en los estados liberales planteó el problema de si era
posible seguir las tradiciones judías y, a la vez, integrarse en la cultura y
la sociedad modernas como europeos de
pleno derecho. Una parte de los judíos alemanes sustituyeron la sinagoga por el
templo reformado, en el que los actos litúrgicos se asemejaban a los del luteranismo,
con predicación y cantos en alemán. Además denunciaron el rito de la
circuncisión como una práctica bárbara. Pero los judíos defensores de la
tradición reaccionaron de forma inmediata con una reafirmación de la fe judía,
que suponía una marginación voluntaria de la sociedad. Los neortodoxos
norteamericanos intentaron una tercera vía, intentando conciliar la tradición
con la modernidad.
A pesar de los evidentes avances legales
en los estados y sociedades liberales occidentales, el antisemitismo no
desapareció. Las posiciones políticas e ideológicas más reaccionarias e
integristas, así como la mentalidad de una parte de las capas populares
manifestaron una clara aversión hacia los judíos. Uno de los episodios más
sonados, a finales del siglo XIX y principios del XX fue el caso Dreyfus, que conmocionó
a Francia.
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