lunes, 17 de septiembre de 2012

La Iglesia Católica en el siglo XIX


a)     La Iglesia Católica hasta el Concilio Vaticano I

El Concordato de 1801 entre la Francia napoleónica y el Papado supuso la reconciliación, después de los intensos conflictos en la época revolucionaria, entre Francia y la Iglesia. Aún así, el papado se resistió a los cambios revolucionarios en Europa y al triunfo del liberalismo, la libertad de pensamiento y la separación entre el Estado y la Iglesia.

En el año 1846 fue elegido papa Pío IX. Los católicos progresistas o más aperturistas aplaudieron esta elección porque el nuevo pontífice era reformista y no se había significado especialmente contra el liberalismo. Aún así, defendió la soberanía de los Estados Pontificios frente a los procesos unificadores de Italia. Esta política provocó que los nacionalistas italianos le consideraran un enemigo.

b)     El Concilio Vaticano I

En 1870 se inauguró en Roma el Concilio Vaticano I, convocado por Pío IX. Las expectativas creadas en torno al Concilio en relación a que podría adecuar la Iglesia a los cambios políticos, ideológicos y sociales producidos se frustraron desde el principio, ya que el papa declaró en la inauguración que la misión del Concilio era “reafirmar la verdad frente a los errores del siglo”. Se proclamó la constitución Dei Filius, que condenaba todas las corrientes ideológicas y sociales del siglo XX.

En el Concilio se aprobó el dogma de la infalibilidad del papa, es decir, la imposibilidad de que cometiera un error. Se estableció que el Espíritu Santo iluminaba al pontífice cuando se pronunciaba sobre las verdades fundamentales de la religión católica.

c)      El pontificado de León XIII

En el año 1878 fue elegido papa León XII. En lo político se negó a aceptar la nueva situación italiana y exigió el reconocimiento de su soberanía sobre Roma. Esta postura contra el nuevo reino de Italia duró hasta 1929. El gran éxito político del nuevo pontífice fue conseguir que Bismarck suavizara y terminar con la kulturkampf, es decir, la política contraria la Iglesia Católica en Alemania. En relación con Francia, el papa aconsejó a los católicos que colaborasen y aceptaran la III República, aunque esto no apaciguó a los republicanos en su política anticlerical. En 1885 publicó la encíclica en la que afirmaba que la Iglesia no se podía ligar a ninguna forma de gobierno, lo que suponía un cambio en la postura tradicional de la Iglesia.

León XIII intentó establecer puentes con otras confesiones, como la Anglicana británica y la ortodoxa. Por otro lado, se preocupó de mejorar la formación del clero, la investigación científica de los católicos y promover la actividad de los misioneros.

Pero la gran aportación del papa León XIII fue la encíclica Rerum Novarum, publicada en mayo de 1891. En esta encíclica se trazaron las líneas fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, defendiendo la creación de sindicatos católicos y la necesidad de la justicia social, condenando los excesos del capitalismo. Pero el movimiento obrero consideró que la encíclica llegaba tarde y acusaron a la Iglesia de oportunista.

d)     El pontificado de Pío X

Entre 1903 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, la Iglesia Católica estuvo regido Pío X, que planteó importantes cambios internos, especialmente, en lo relacionado con el derecho canónico. En lo político se produjo un grave enfrentamiento con la República francesa, rompiéndose relaciones diplomáticas y provocando una ley de separación entre la Iglesia y el Estado en Francia.

En esta época, un sector de intelectuales y teólogos demandó que la Iglesia se adaptara más a los nuevos tiempos, pero el papa condenó en 1907 estas opiniones al acusarlas de modernistas

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