La labor humanitaria del rey Alfonso XIII surgió casi de forma casual
en torno a su secretaria particular y su titular, Emilio Torres. La
publicidad de sus acciones fue realizada por la prensa francesa. Esto
provocó la creación de una verdadera oficina en el Palacio Real con la
finalidad de localizar desaparecidos y prisioneros franceses, británicos
y alemanes. Desde el año 1915 se localizaron centenares de miles de
prisioneros y desaparecidos gracias al servicio prestado desde Madrid.
Además, se gestionó medio centenar de indultos de la pena capital casi
todos con éxito, se atendieron unas cinco mil demandas de repatriación
de heridos graves, y se gestionaron unas veinte mil informaciones de
familias residentes en territorios ocupados. Esta oficina fue financiada
por el monarca, y le reportó fama entre los beligerantes.
La Oficina se organizó en varias secciones:
1. Servicio de desaparecidos.
2. Servicio de información y correspondencia en territorios ocupados.
3. Servicio de prisioneros.
4. Servicio de repatriaciones de militares heridos graves o enfermos.
5. Servicio de repatriaciones de población civil.
6. Servicio de internamiento en Suiza.
7. Indultos.
8. Conmutaciones de pena.
9. Remesa de fondos a individuos o familias que vivían en territorios
ocupados y que se hallaban incomunicados durante mucho tiempo en
relación con sus familiares.
10. Informes relativos a visitas de inspección realizadas por los delegados españoles a las embajadas en Berlín, Viena y Roma.
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Para la redacción de este blog he consultado las siguientes obras:
Julián Cortés-Cabanillas, Alfonso XIII. Vida, confesiones y muerte, Barcelona, Juventud, 1966, y en edición moderna de Planeta DeAgostini de 1995.
Antonio Niño, "El rey embajador", en Javier Moreno Luzón (ed.), Alfonso XIII. Un político en el trono. Madrid, Marcial Pons, 2003.
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