El mayor protagonismo o dinamismo en la actualidad, en relación con el nacionalismo, se da entre los nacionalismos sin estado, ya sea en el terreno de la iniciativa política, ya sea en el campo social. Los nacionalismos sin estado parten del nacionalismo tradicional y la defensa irrenunciable del principio de autodeterminación, y se aprovechan del moderno proceso de globalización económica y cultural, así como de la crisis del estado nacional como se ha conocido.
Su fuerza se vincula con el ofrecimiento que hacen de un mayor y más cercana defensa de los intereses de los indiviudos frente al Estado central. Además, otorga a los inidividuos de un sentimiento de pertenencia a la comunidad más palpable y cercano.
Es evidente que cada nacionalismo sin estado presenta peculiaridades y, aunque formulemos características comunes, es muy importante tener cuidado con las comparaciones. Pensemos, por ejemplo, en los intentos de comparar la situación nacionalista de Irlanda del Norte con la del País Vasco, partiendo de que la violencia es protagonista del conflicto, cuando ambas situaciones son muy distintas, precisamente, por la Historia de ambos lugares.
Pero sí es cierto que hay características comunes, y que podemos repasar:
1. La utilización de un idioma distinto al común del Estado se convierte en un instrumento fundamental y eficaz para el nacionalismo sin estado, ya que posibilita un elemento claramente diferenciador del conjunto. En el caso de los nacionalismos sin estado de España es paradigmático, fundamentalmente en el caso catalán. En el caso quebequés sería el único elemento diferenciador del conjunto canadiense, mientras que es más complejdo en los casos irlandés, bretón, galés o corso, donde el idioma del Estado nacional es mayoritario -inglés, francés- , y el uso de la lengua propia es casi testimonial.
2. La religión: ya sea como elemento diferenciador, ya como defensa de la verdad revelada es una de las bases de algunos de estos nacionalismos. Fue fundamental en las guerras de liberación del norte de África, y en la creación del Estado de Israel. En Irlanda del Norte es un elemento muy importante, ya que la diferencia entre las dos comunidades de católicos y protestantes es la que define las dos concepciones del Estado, y dos identidades nacionales. En la India tenemos el caso del nacionalismo sikh de corte musulmán.
3. La delimitación del territorio se ha convertido en uno de los elementos más importantes del nacionalismo en su historia. La novedad en esto caso es la utilización de la peculiaridad de ese territorio como instrumento de unidad nacionalista. Es el caso de Palestina donde el nacionalismo no se caracteriza tanto por lo religioso que por su reivindicación territorial. Tenemos, también el caso del nacionalismo kurdo, cuyo territorio se encuentra entre varios estados.
4. Una parte de los nacionalismos sin Estado en Occidente se sitúan en zonas de fuerte desarrollo económico, y en ocasiones a la cabeza del conjunto del Estado nacional, y suelen situarse en los primeros puestos a la hora de contribuir a la Hacienda pública general. Estos motivos suelen ser utilizados por los nacionalismos en su política de separación o en la búsqueda de mayores cuotas de autonomía en el terreno fiscal o de la autofinanciación. Tenemos el caso del nacionalismo de la Padania, y de los nacionalismos vasco y catalán, aunque éstos tienen otros componentes que no tiene el primero.
5. La monopolización de la idea de nación. Se trataría del último rasgo de los nacionalismos sin Estado. Se monopolizaría el concepto de nación para su causa, negando este carácter al Estado nacional que quedaría reducido a una entidad administrativa superior pero sin ninguna identificación afectiva.
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