En muchos artículos hemos tratado de la soberanía al estudiar las Constituciones y Declaraciones de Derechos, pero creemos que conviene dedicar una atención monográfia a esta categoría fundamental y central de la teoría del Estado.
La soberanía es el poder supremo de toda sociedad política. Es el poder final ilimitado, que rige dicha sociedad o comunidad política. Bodin, en el siglo XVI, fue uno de los primeros formuladores del concepto, al definir la soberanía como la "suprema potestas", es decir, "el poder absoluto y perpetuo de una república". La soberanía se manifestaría en la función de promulgar leyes, anular disposiciones y costumbres, declarar la guerra y de negociar la paz. La soberanía sería, además inalienable e indivisible. En el contexto en que escribía Bodin había otros poderes como el Papado y el Imperio por lo que hay una reafirmación del Estado frente a ellos, aunque eran unos poderes en decadencia. Más importantes eran, en cambio, los poderes intermedios, de los estamentos privilegiados dentro del territorio. Bodin está reafirmando el poder del Estado frente a ellos.
Por su parte, Hobbes, en el siguiente siglo, estimaba que la soberanía nacía del pacto entre los individuos para pasar al Leviathan o Estado, personificado en el soberano que legislaría, juzgaría, nombraría los funcionarios, recompensaría y castigaría. Hobbes escribe en un contexto de inestabilidad en Inglaterra, y tiene un concepto pesimista de la condición humana. El hombre es un lobo para el hombre y se necesitaría al Estado con un poder coercitivo para evitar el supuesto desorden y caos.
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